El modelo de terapia cognitiva posracionalista, también llamado enfoque cognitivo procesal sistémico, es un modelo teórico-práctico integrativo creado por el neuropsiquiatra italiano Vittorio Guidano (1944-1999) durante los años 1980s y 1990s. Guidano fue evolucionando desde ser un terapeuta conductista y luego cognitivo-conductual hasta adoptar la epistemología constructivista de la cibernética de segundo orden, que forma parte de la teoría de sistemas y postula que la realidad es subjetiva y construida por el observador, sea este observador un científico, un paciente de psicoterapia, etc. (Miró, 2019).
El enfoque cognitivo procesal sistémico es una teoría sobre la auto-organización continua del sí-mismo desde la infancia a la adultez. El sí-mismo es conceptualizado como un sistema complejo, con propiedades emergentes, que nacen de las perturbaciones del ambiente y de sus propias oscilaciones internas. Por tanto, el conocimiento es un proceso evolutivo y jerárquico en el que el sujeto cognitivo encuentra discrepancias y contradicciones en su experiencia del mundo, discrepancias que van siendo integradas progresivamente a esquemas cognitivos con niveles crecientes de inclusión, abstracción y complejidad (Guidano, 1994; Guidano y Liotti, 2006).
Orígenes del modelo
Vittorio Guidano creó su modelo cognitivo procesal sistémico posracionalista a fines de los años 1980’s, cuando en su propia práctica psicoterapéutica notó que los pacientes cambiaban como consecuencias de experiencias de activación emocional en las sesiones, incluso cuando no realizaba intervenciones cognitivas “clásicas” como la reestructuración cognitiva.
A la vez, le pareció que existían ciertas estructuras centrales de significado que no eran factibles de ser modificadas mediante la persuasión o el diálogo racional. Es decir, las personas que buscan psicoterapia tendrían ciertos patrones o formas de organizar su propio mundo subjetivo, y las características nucleares de tales patrones serían resistentes al cambio que proponen las terapias racionalistas.
Guidano pensó que estos esquemas centrales podrían derivarse de los vínculos tempranos de las personas con sus padres, y que tales esquemas organizativos serían de naturaleza emocional y no lingüística:
“La estabilización de un sentido del sí-mismo, que corre paralela con el proceso del autorreconocimiento, se produce por medio de la unión de ritmos motores psicofisiológicos y de módulos sensoriales, motores y emocionales, dentro de un núcleo autoordenador de la actividad afectiva, autónoma y de conducta. Se ordenan grupos de esquemas emocionales (por ejemplo, escenas prototípicas cargadas de afecto, abstraídas de acontecimientos y situaciones experimentadas repetidamente) en un lazo oscilante, recursivo, capaz de generar un sentido de autopercepción, junto con emociones y conductas específicas, y de autorregulación por medio de la activación/desactivación rítmica de sus tonalidades emocionales opuestas.” (Guidano, 1994, p. 40)
Dos niveles de experiencia humana
El posracionalismo distingue dos niveles en la experiencia humana continua: un nivel tácito constituido por la experiencia sensorial, motora, perceptiva y emocional; y un nivel explícito constituido por la explicación que el sujeto hace de su experiencia mediante el pensamiento en formato de lenguaje verbal. En otras palabras, la experiencia es un proceso con dos niveles que se determinan mutuamente en cada ser humano, y el nivel explícito-verbal es utilizado para reordenar la experiencia tácita y vivencial. Siguiendo a William James, Guidano (1994) denomina “yo” a la experiencia tácita emocional y “mí” a los procesos explícitos de reordenamiento por los que el sujeto se autorrefiere su experiencia mediante el pensamiento verbal y el lenguaje.
Epistemología biológica y evolucionista
Guidano busca fundamentar su teoría del conocimiento en la biología, y para esto retoma ideas de la epistemología evolucionista de Donald Campbell, Karl Popper y Konrad Lorenz; de la teoría de las estructuras disipativas de Ilya Prigogine; de la epistemología genética de Jean Piaget y de la biología del conocimiento de Humberto Maturana y Francisco Varela.
La epistemología evolucionista estudia el conocimiento como un proceso biológico. Por tanto, la teoría del conocimiento deja de ser un área especulativa de la filosofía y pasa a ser una disciplina propiamente científica. El conocimiento, desde este punto de vista, ha evolucionado junto a las especies que hacen uso de él para modificar su entorno, actuar de modo adaptativo y reproducirse. El conocimiento no es una capacidad únicamente humana, sino que hay también un modo de conocer en la actividad perceptiva y motora de los insectos, peces, anfibios, aves, etc.
Puesto que el conocimiento de cada especie e individuo está determinado por sus órganos sensoriales y sus particularidades biológicas, Guidano, siguiendo a Konrad Lorenz (1977), adopta una postura de “realismo crítico”. Según esto, el conocimiento objetivo es un desiderátum hacia el cual los sistemas cognitivos tienden, pero que no se puede alcanzar en su totalidad.
De ahí que Guidano rechace los supuestos epistemológicos de las teorías conductuales y cognitivas clásicas: el empirismo, el asociacionismo y el racionalismo. La terapia ya no se dirige, como en los modelos de Albert Ellis y Aaron Beck, a persuadir al paciente para que adopte pensamientos más acordes a la realidad. En cambio, el conocimiento ahora es considerado un proceso ontológico auto-organizativo de cada sistema vivo, en el que cada agente crea su propia realidad, que es intrínsecamente subjetiva (Guidano, 1994).
Auto-organización y emergencia
Guidano (1987, 1994) retoma también la teoría de las estructuras disipativas de Ilya Prigogine. Este físico estudió las propiedades de los sistemas abiertos (entre ellos los seres vivos), sistemas que no habían sido tenidos en cuenta en la física newtoniana clásica. Estos son sistemas alejados del equilibrio termodinámico, que intercambian energía con su entorno y se auto-organizan, generando propiedades emergentes. Para Prigogine, este es el proceso que subyace a la evolución biológica. Todo sistema abierto es perturbado de manera continua por fluctuaciones aleatorias en el medio ambiente y en su medio interno. Si las fluctuaciones superan la capacidad del sistema, este colapsa (muere), pero si éste logra modificar al medio o a sí mismo para adaptarse a la fluctuación, el sistema se reorganiza en un orden superior de complejidad y de integración.
Por tanto, la adaptación en el enfoque posracionalista de Guidano no consiste en ayudar al paciente a que se adapte a la realidad de modo pasivo o forme modelos mentales que sean una copia de la misma, sino que
“La adaptación es la aptitud para transformar la perturbación que nace de la interacción con el mundo en información significativa para el propio orden experiencial. La conservación de una adecuación adaptativa significa esencialmente la preservación del propio sentido del sí-mismo mediante la transformación continua del mundo percibido, y no por una mera correspondencia con él.” (Guidano, 1994, p. 23)
Equilibración de esquemas
Otra influencia fue la epistemología genética del biólogo y psicólogo Jean Piaget. De acuerdo a Piaget, el conocimiento es un proceso continuo de equilibración interna del organismo. Para esto, el agente cognitivo va construyendo de forma progresiva esquemas y estructuras (modelos) de conocimiento a lo largo de su vida.
Las acciones de un organismo logran un balance con el mundo cambiante a través de la equilibración, que ocurre por asimilación de los objetos y experiencias a los esquemas de conocimiento que el organismo posee y, al mismo tiempo, acomodación de tales esquemas para adecuarse a las nuevas experiencias discrepantes.
Piaget rechazaba la pasividad de los organismos individuales que para él caracterizaba a gran parte del pensamiento evolucionista. Teorizó sus propuestas de organización compleja, auto-regulación, coordinación y construcción, en lugar de las ideas de variación y selección, como mecanismos de la evolución del conocimiento en los organismos vivos (Piaget, 2004; Plotkin, 2004).
Autopoiesis
Guidano toma de los biólogos Humberto Maturana y Francisco Varela la noción de “autopoiesis”, que sostiene que cada organismo se auto-produce y está determinado por su propia estructura en su modo particular de conocer y evolucionar. El ambiente externo no “selecciona” procesos en un organismo pasivo que solamente se adapta al exterior, sino que el organismo es activo, constructor de su propia estructura (y de su propia perspectiva y visión del mundo), y el medio exterior solo puede “perturbar” al sistema, gatillando cambios que obedecen a las leyes del sistema mismo (Maturana, 1986; Maturana y Varela, 2008, 2012).
Además, Maturana plantea que “vivimos en una cultura que ha desvalorizado las emociones en función de una supervaloración de la razón (…) pero resulta que somos mamíferos, y como tales, somos animales que viven en la emoción” (Maturana, 1990, citado en Balbi, 1994, p. 47).
Identidad narrativa
Para Guidano, puesto que el conocimiento y la cognición humanos son procesos biológicos, inherentemente emocionales y vinculados a su cualidad de primate, la identidad es un proceso continuo que cada persona construye a lo largo de su ciclo de vida. En este proceso, el ser humano busca mantener cierta coherencia interna en su narrativa personal, por lo que de modo permanente interpreta su propia experiencia de acuerdo con sus propias reglas de autoorganización.
El primate humano vive en un mundo intersubjetivo, en el que su autoimagen está determinada de modo crucial por las relaciones afectivas y por el modo en que el individuo percibe que es percibido por los otros. La experiencia inmediata del sí-mismo incluye la vivencia de ser el agente de tal experiencia, y también una modulación afectiva positiva o negativa, en términos de autoestima (Balbi, 2004).
El ser humano vive además inserto en una tradición histórica y cultural específica, y tiene la herramienta del lenguaje que le permite crear y transmitir narrativas. Con el lenguaje explícito y el pensamiento verbal constantemente da sentido a su propia historia vital, narrándola para sí mismo y para otros. Guidano retoma el concepto de “significado” de Jerome Bruner (1991), para quien el significado no es la correspondencia entre palabras u oraciones y objetos del mundo externo, sino un proceso interpretativo cultural y compartido mediante el que el ser humano da sentido a su experiencia cotidiana en su interacción con los demás.
Los vínculos de apego tempranos
El conocimiento del mundo va continuamente unido al conocimiento de sí. El desarrollo de la identidad surge desde la primera infancia y para Guidano juegan en él un papel fundamental los vínculos de apego tempranos.
Es por esto que Guidano recurre a la teoría del apego de John Bowlby. Bowlby se formó inicialmente como psicoanalista. Sin embargo, consideró que la teoría psicoanalítica era incapaz de explicar el vínculo intenso de los bebés e infantes con sus cuidadores, así como sus respuestas emocionales y conductuales a la separación. Entonces, Bowlby llevó a cabo una revisión crítica profunda de la metapsicología freudiana y de los postulados de la así llamada teoría de las “relaciones objetales”. Rechazó los conceptos de “energía psíquica” y “pulsión” y se dirigió hacia la etología con el fin de desarrollar una teoría de los vínculos afectivos compatible con los hallazgos de la moderna psicología del desarrollo.
Así, Bowlby descubrió que la tendencia a establecer vínculos emocionales íntimos con los cuidadores es un componente básico de la naturaleza humana, y no se deriva ni de la sexualidad ni de la búsqueda de alimento (lactancia). No existe tampoco una etapa “autista” en las primeras fases de la vida, sino que el bebé nace con la capacidad de establecer vínculos socioafectivos y obtiene placer de éstos.
El niño busca la protección del cuidador —generalmente, la madre—, y su sistema de apego incluye conductas variadas, tales como las de aferramiento, llorar, rastreo visual y sonreír, que le permiten comunicarse afectivamente con ella. El infante oscila entre la activación del sistema de apego (verificar la presencia y disponibilidad de la figura cuidadora) y el de exploración, que le permite conocer el mundo (Balbi, 2008).
Además, el apego temprano es una de las fuentes de otras conductas sociales que aparecen posteriormente en la vida, tales como las conductas de búsqueda de pareja, apareamiento, cuidado mutuo y (si hay hijos) el cuidado de la prole. Todos estos sistemas conductuales son distintos entre sí pero interactúan y fueron promovidos por la evolución para la supervivencia de la especie.
Conclusión
En resumen, la terapia cognitiva posracionalista es un enfoque constructivista que sitúa las emociones y los vínculos humanos en el centro de su interés, y considera tanto a la cognición como a la psicoterapia esencialmente como procesos emocionales y narrativos que permiten a las personas reinterpretar y dar significado a sus vidas.
Referencias
- Balbi, J. (2008). Epistemological and theoretical foundations of constructivist cognitive therapies: Post-rationalist developments. Dialogues in Philosophy, Mental and Neuro Sciences, 1, 1, 15-27.
- Balbi, J. (2004). La mente narrativa. Hacia una concepción posracionalista de la identidad personal. Paidós.
- Balbi, J. (1994). Terapia cognitiva posracionalista. Conversaciones con Vittorio Guidano. Biblos.
- Bruner, J. (1991). Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Alianza.
- Guidano, V. (1987). Complexity of the self. The Guilford Press.
- Guidano, V. (1994). El sí-mismo en proceso. Paidós.
- Guidano, V. y Liotti, G. (2006). Procesos cognitivos y desórdenes emocionales. Cuatro Vientos.
- Lorenz, K. (1977). Behind the mirror. Harcourt Brace Jovanovich.
- Maturana, H. (1986). Ontology of observing: The biological foundations of self-consciousness and the physical domain of existence. Manuscrito inédito, Universidad de Chile, Santiago.
- Maturana, H. y Varela, F. (2012). Autopoiesis and cognition. D. Reidel Publishing.
- Maturana, H. y Varela, F. (2008). El árbol del conocimiento. Lumen.
- Miró, M. T. (2019). La técnica terapéutica de la moviola: Una introducción. Revista de Psicoterapia, 30, 112, 17-41.
- Piaget, J. (2004). Biología y conocimiento. Siglo XXI.
- Plotkin, H. (2004). Evolutionary thought in psychology: A brief history. Blackwell.