Quien ha vivido en carne propia un desorden de la alimentación, sabrá que se inicia con un pensamiento, pensamiento que se va haciendo cada vez más grande hasta llegar al punto de dirigir su vida y limitarla. Pero, ¿qué hay en la mente de un joven con anorexia o bulimia?; un rechazo importante hacia su condición física, un enorme temor a subir de peso que los lleva por un camino sinuoso y oscuro, el mundo de los laxantes, las dietas y los vómitos, pero de eso ya hemos hablado bastante.

Entonces ¿qué sería superar un desorden alimenticio?; superar una anorexia nerviosa es más que recuperar sólo el peso, volver a menstruar o dejar de usar quemadores de grasa, es más que desarrollar buenos hábitos a la hora de la ingesta o dejar de vomitar. Superar una bulimia nerviosa es mucho más que tener un control a la hora de comer, y no caer en los típicos atracones acompañados de sentimiento de culpa y miedo.

En un artículo explicaba los miedos que están presentes en los trastornos alimenticios y la relación muchas veces conflictiva que llevaba el paciente con su entorno. Pues bien, hoy hago hincapié en que la superación de estos miedos; como el miedo a crecer, a madurar, al abandono, al rechazo, a no cubrir con las expectativas de los demás, a los cambios y a asumir responsabilidades nuevas serán determinantes para abordar estos diagnósticos.

Una persona que supera un trastorno alimenticio es alguien que vive con libertad, ya no esclava de un número (los kg.) o un cuerpo perfecto, sino que acepta el envase con el que llegó a este mundo, entendiendo que lo más valioso es el contenido, es alguien que aprendió que sus éxitos no se miden por los resultados, sino que se esfuerza por disfrutar de los procesos. Superar la anorexia implica entender que la vida no es perfecta y por consiguiente hay espacio para los errores, entendiéndolos como experiencias o aprendizajes. Superar la anorexia es aprender a disfrutar de la comida y no verla más como un enemigo, es aprender a cocinar sin el afán de contar las calorías del platillo, es sentarse a la mesa y compartir con los que amamos sin mirar el reloj esperando terminar pronto para ir al baño y eliminar lo consumido. Es tener metas que van más allá de las horas que resistes en el gimnasio, es disfrutar de un proyecto de vida, TU proyecto de vida, entendiendo que no viniste al mundo para complacer al resto, que no eres la extensión de la vida de tus padres, que tienes metas claras y bien definidas. Superar los trastornos alimenticios es valorarse y amarse, así con defectos y todo, es respetar tu autenticidad y no querer encajar más en un molde, es no permitir más etiquetas y empezar a verte como un ser humano integro, en su totalidad. Es aprender a perdonar y perdonarte, es reconocer tus cualidades y fortalezas, es construir un sueño, y por primera vez pensar que eres capaz de conquistar el mundo.

Es entender la grandeza de la vida y aprender a mirar los matices, ya no en un mundo rígido y polarizado, es aprender a vivir con reglas, pero reglas que no atenten contra tu integridad física y moral, es vivir en función a tus valores pues es tu sello personal. Es bailar a tu ritmo, es poder ponerte una ropa de baño sin esperar que te quede como a la top model de la revista, pues ¿quién dijo que ella es más bonita que tú?, es entender lo valiosa que eres para este mundo, pero no por cómo te ves, sino por todo lo que tienes para ofrecernos. Superar un desorden alimenticio es mostrar tus talentos y empezar a conquistar el mundo con ellos, también es enamorarse, ahora que te aceptas y valoras podrás elegir a la persona que quieres que te acompañe en este milagro llamado vida, o si prefieres también está la posibilidad de elegir disfrutar tu tiempo con los amigos y la familia, es respetar a los demás y no buscar que todos piensen como tú, es ser más tolerante y aprender a pilotear tu vida.

Ya no hay más moldes, ni más tallas, lo que es light ya no llama tu atención, ahora tienes la capacidad de ver el mostrador completo.