El cuerpo conceptual que completa la teoría sexual de Sigmund Freud contiene algunas de las ideas más comentadas, disruptivas y controversiales del siglo 20 generando, asimismo, una profunda influencia que perdura hasta nuestros días. En este artículo, y para complementar los anteriores dedicados a los aportes a la psicología de Freud, explicaremos los alcances más significativos de su teoría sexual.
Freud fue pionero en la idea de que la sexualidad está presente desde el nacimiento y que los niños experimentan una serie de impulsos y deseos sexuales. Para Freud, la sexualidad infantil no se limita simplemente a la actividad genital, sino que se manifiesta a través de una serie de comportamientos y fantasías relacionadas con el cuerpo y el placer.
Para Freud la sexualidad infantil atraviesa por una serie de etapas, conocidas como las «etapas psicosexuales». Estas etapas, que se vinculan con el desarrollo físico y etario, están asociadas a diferentes zonas erógenas del cuerpo y tienen características distintivas. Las etapas psicosexuales según Freud son las siguientes.
a) Etapa Oral: Esta etapa se produce durante los primeros años de vida y está centrada en la boca como zona erógena. Los niños obtienen placer de la succión y la alimentación. Además, la etapa oral también se relaciona con el uso simbólico de la boca, como chuparse el pulgar o hablar demasiado.
b) Etapa Anal: Se desarrolla entre los 18 meses y los 3 años de edad y está relacionada con la zona anal. Durante esta etapa, los niños obtienen placer de la estimulación anal y el control de los esfínteres. Además, Freud, postuló que esta etapa está vinculada con el desarrollo de la voluntad y el control.
c) Etapa Fálica: Ocurre entre los 3 y los 6 años de edad. Durante esta etapa, la zona erógena principal es el área genital. Los niños experimentan curiosidad y placer al tocar y explorar sus genitales. Además, en esta etapa, Freud introdujo el concepto de complejo de Edipo-Electra, donde los niños experimentan atracción hacia el padre del sexo opuesto y rivalidad con el padre del mismo sexo.
d) Período de Latencia: Se extiende desde los 6 años hasta la pubertad. Durante esta etapa, la sexualidad se encuentra en un estado latente y el interés se dirige hacia otras actividades, como el aprendizaje y las relaciones sociales. Freud describió este período como una especie de «calma» en la sexualidad infantil, donde los impulsos sexuales están menos activos y los niños se centran en el desarrollo cognitivo y social.
e) Etapa Genital: Esta etapa comienza en la pubertad y continúa en la edad adulta. Durante esta etapa, los impulsos sexuales resurgen y se dirigen hacia las relaciones sexuales adultas. Freud entendía que el desarrollo exitoso de la sexualidad en esta etapa está relacionado con la capacidad de establecer relaciones íntimas y satisfactorias con los demás.
Otros conceptos fundamentales en la teoría sexual de Freud son el complejo de Edipo, en los niños, y el complejo de Electra en las niñas. Estos complejos se refieren a los sentimientos de atracción y rivalidad que los niños experimentan hacia sus padres del sexo opuesto durante la etapa fálica.
En el complejo de Edipo, los niños experimentan deseos sexuales hacia su madre y rivalidad con su padre. El neurólogo austríaco argumentaba que los niños tienen miedo de ser castrados por su padre como castigo por sus deseos incestuosos y, como resultado, reprimen estos deseos y comienzan a identificarse con su padre. Esta identificación con el padre les permite internalizar las normas y valores sociales, así como desarrollar su propia identidad de género.
Por otro lado, en el complejo de Electra, las niñas experimentan deseos sexuales hacia su padre y rivalidad con su madre. Es así que las niñas experimentan – según Freud – una profunda envidia hacia los genitales masculinos y, al no poseerlos, desarrollan una actitud de inferioridad y una sensación de «castración simbólica». Sin embargo, a través de la identificación con la madre, las niñas internalizan los roles y comportamientos femeninos.
Freud sostiene que la resolución exitosa de estos complejos es esencial para el desarrollo de una identidad de género saludable y de una orientación sexual adecuada. Freud pensaba que, si los complejos no se resolvían correctamente, podían dar lugar a problemas psicológicos en la vida adulta, como la represión sexual, la identidad sexual confusa y la dificultad para establecer relaciones íntimas.
Otro concepto clave en la teoría sexual de Freud es el de la represión. Freud sostenía que los deseos sexuales y los impulsos inaceptables se reprimen en el inconsciente debido a la presión social y cultural. La represión implica mantener estos deseos fuera de la conciencia para evitar sentimientos de culpa y conflicto.
Según Freud, la represión es un mecanismo de defensa relevante que puede tener un impacto significativo en el desarrollo psicosexual de una persona. La represión puede conducir a la formación de síntomas neuróticos, como ansiedades y trastornos del comportamiento, que son manifestaciones de los deseos y conflictos sexuales reprimidos.
Ahora bien, la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud también abordó, y de manera profusa, la sexualidad en la vida adulta.
Según Freud, la sexualidad en la vida adulta está impulsada por lo que él llamó pulsiones sexuales o instintos. Estas pulsiones son fuerzas internas que buscan la satisfacción sexual y están presentes en todos los individuos. Freud clasificó estas pulsiones en dos categorías principales: la pulsión sexual de vida o Eros, y la pulsión sexual de muerte o Thánatos.
La pulsión sexual de vida, representada por Eros, busca la unión, el amor y la reproducción. Está relacionada con el deseo sexual, la atracción romántica y la búsqueda de placer. Por otro lado, la pulsión sexual de muerte se refiere a un impulso destructivo y autodestructivo presente en todas las personas. Las pulsiones sexuales influyen en el comportamiento humano, dando forma a la elección de pareja, las relaciones emocionales y la vida amorosa en general.
Según Freud, la elección de pareja está influenciada por la atracción sexual y los patrones de deseo inconscientes. A través de su conceptualización del complejo de Edipo y Electra, como vimos, Freud entendió que los niños desarrollan atracción hacia el padre del sexo opuesto y rivalidad con el padre del mismo sexo durante la infancia. Estos sentimientos se internalizan y se reflejan en los deseos y preferencias sexuales en la vida adulta.
Además, pensaba que los individuos tienen una tendencia a buscar parejas que se asemejen a sus padres en ciertos aspectos, conocido como «atracción incestuosa». Esto no significa una atracción real hacia los miembros de la familia, sino que se refiere a la búsqueda de características o cualidades similares a las de los padres.
Freud también introdujo el concepto de sublimación, que se refiere al desplazamiento de las pulsiones sexuales hacia actividades socialmente aceptables y culturalmente valoradas. Según Freud, la sublimación es un mecanismo de defensa que permite canalizar las energías sexuales hacia actividades creativas, intelectuales o artísticas, en lugar de buscar la gratificación sexual directa.
La sublimación puede manifestarse en diferentes áreas de la vida, como la creatividad artística, el logro académico, el éxito profesional o el compromiso social. Por ejemplo, una persona con fuertes pulsiones sexuales puede canalizar esa energía hacia una carrera artística, encontrando satisfacción y liberación a través de la expresión de su arte en lugar de buscarla en encuentros sexuales.
En relación a lo anterior, la sublimación es una forma saludable de manejar las pulsiones sexuales y puede conducir a la realización personal y al éxito en diversas áreas de la vida. Sin embargo, la ausencia de una sublimación adecuada o la represión excesiva de las pulsiones sexuales podría dar lugar a conflictos internos y manifestarse en síntomas neuróticos o comportamientos desadaptativos.
Freud también abordó las disfunciones sexuales, como la impotencia, la frigidez, la eyaculación precoz y la anorgasmia. Estas disfunciones son el resultado de conflictos y tensiones no resueltas en el inconsciente. Freud pensaba que los problemas sexuales podían tener su origen en experiencias traumáticas, conflictos emocionales o represiones relacionadas con la sexualidad. Estas experiencias y conflictos inconscientes pueden interferir en la capacidad para disfrutar plenamente de la sexualidad y de mantener relaciones íntimas satisfactorias.
La terapia psicoanalítica se centra, precisamente, en explorar y abordar los aspectos inconscientes del individuo incluyendo, naturalmente, su sexualidad. A través del análisis, la interpretación de los sueños, las asociaciones libres y la exploración de la historia personal, se buscaba identificar y resolver los conflictos y las resistencias que afectan la vida del individuo en donde la sexualidad, como hemos podido apreciar, cumple un rol fundamental.
Como lo expresáramos en un comienzo, la teoría sexual de Freud representa una visión audaz y controvertida sobre la importancia del sexo en la psicología humana. Conceptos, como los complejos de Edipo y Electra, la represión y las etapas del desarrollo sexual, han dejado una huella duradera en el campo de la psicología y han influido en la forma en que comprendemos y abordamos la sexualidad humana aún al día de hoy. La perspectiva freudiana, ha proporcionado un marco teórico para explorar y analizar los aspectos sexuales y emocionales de la vida, abriendo el camino a nuevas investigaciones y enfoques en el campo de la psicología sexual. Aunque algunas de sus ideas pueden ser discutibles o carecer de evidencia científica sólida, una parte importante de su visión perdura en la forma en que abordamos y comprendemos la complejidad de la sexualidad humana.