Nuestros pensamientos, emociones, juicios y prejuicios, influyen en la forma en cómo afrontamos las personas las adversidades a lo largo de las diferentes etapas de la vida.
Fue Boris Cyrulnik (1937), psiquiatra, neurólogo, psicoanalista y uno de los fundadores de la etología humana quien desarrolló este concepto en psicología, proveniente del mundo de la física.
Cyrulnik, procedente de una familia de judíos rusos masacrados en el holocausto, definió este concepto como la capacidad que tenemos los seres humanos a seguir proyectándonos hacia el futuro, a pesar de los acontecimientos muchas veces traumáticos y desestabilizadores a lo largo de nuestra existencia.
En el ensayo “Los patitos feos” el autor describe una visión optimista y alternativa de las hasta ahora teorías sobre “traumas infantiles” y sus consecuencias deterministas, demostrando a través de ejemplos de personas anónimas, pacientes de su propia práctica clínica e incluso personajes públicos como Maria Callas o George Brassens, que ninguna herida es irreversible y que, no todo está decidido en los primeros tres años de vida, como han apuntado tradicionalmente las teorías psicoanalíticas.
La resiliencia no es una capacidad estática, ya que varía en el tiempo y depende de las circunstancias, pero podríamos concretarla en “el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo protectores y la personalidad del ser humano” Fue a mediados del siglo XX comenzó a observarse esta capacidad de los niños de salir adelante tras haber sufrido situaciones muy adversas en la Segunda Guerra Mundial.
Muchos niños y adultos han pasado por situaciones límite y limitantes de guerras, catástrofes naturales, bullying, maltrato, abusos sexuales, etc, pero han tenido los mecanismos suficientes para sobrellevar esos recuerdos y tener una vida lo más “normalizada” posible.
Estas experiencias rebaten la idea de que los niños maltratados están condenados a convertirse en maltratadores o delincuentes, o en adultos fracasados, ya que en palabras de Cyrulnik “ningún daño es irreversible”
Poco a poco dentro del ámbito -psi, se ha ido cada vez más investigando cuáles son las características que tienen las personas para lograr esta capacidad, pero la resiliencia no es una cuestión de “tener” sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que puede adquirir prácticamente cualquier ser humano, con o sin ayuda psicoterapéutica, pudiendo aprender, aprehender y desarrollar. No es menos cierto que hay personas que por su naturaleza, tienen ciertos rasgos de personalidad que les hace ser “resilientes”, como por ejemplo un amplio sentido de humor, una profunda creencia en el “sentido de la vida” o una enorme voluntad para mejorar en el día a día y sobre todo, un sentimiento muy arraigado de “esperanza” ante las circunstancias, muchas veces sórdidas que la vida nos plantea, especialmente en las crisis personales y sociales, y en estos momentos, la crisis sanitaria mundial por la que estamos atravesando en estos momentos por la COVID- 19.
Referencias
- Cyrulnik Boris: “Los patitos feos: la resiliencia: una infancia no feliz no determina la vida”. Gedisa, 2002.