“La psicología ambiental o ecológica analiza la interrelación entre las personas y los ambientes naturales o contextos sociales que estas ocupan. Se basa en conocimientos teóricos, aunque principalmente está vinculada a la psicología social. Su fin es  mejorar la sociedad al identificar problemas en los entornos físicos donde cohabitan los seres humanos”.

La psicología ambiental estudia la relación entre la conducta humana y el ambiente. Se centra en la interacción entre las personas y su entorno. Se distinguen dos tipos de entornos: los naturales y los creados por el ser humano. Por ejemplo, al plantar más árboles se mejora la salud mental. También, se mejora la habitabilidad de los espaciosfrena el aumento del dióxido de carbono (CO2), y logra ciudades menos contaminadas.

Se ha comprobado que el ambiente afecta al comportamiento de las personas, aunque no sean muchas veces conscientes de su influencia. Se sabe, por ejemplo, que la falta de luz natural en lugares muy al norte del globo, puede producir trastornos en el estado de ánimo. También ocurre con otros aspectos relacionados con la contaminación física, química o biológica del aire, el agua o la tierra que pueden ser tóxicos para el sistema nervioso central.

En 2018, la oficina europea de la OMS publicó la Guía Medioambiental del Ruido, que mostraba los efectos del ruido de aviones, aeropuertos, tráfico rodado y cercanías en las personas. Los efectos de la exposición continua al ruido eran, entre otros, depresión, ansiedad y aumento de medicación para ambas enfermedades mentales.

En el ámbito educativo, por ejemplo, en las aulas, se sabe que los espacios influyen en el rendimiento y satisfacción del alumnado. También a nivel laboral, haciendo los entornos institucionales más cálidos. O en entornos sanitarios, principalmente hospitales y residencias, donde se ha estudiado, desde los años 50, que los colores van a influir en la calidad de vida de los pacientes, ya sean de las paredes, el mobiliario…”.

Qué es la psicología de la arquitectura

Para mejorar las ciudades, cada vez se tiene más en cuenta la psicología medioambiental. “Dentro de ella, se estudia la psicología de la arquitectura, que tiene en cuenta la manera de disponer los espacios para que personas de todo tipo puedan sentirse más a gusto en ellos. Eso, a su vez, impulsa también la productividad y aumenta el rendimiento. Además, evita algo tan negativo como el hacinamiento en las grandes urbes, endémico en muchas  desde las revoluciones industriales”, lo que reduce la ecoansiedad, al generar ambientes proactivos en cuidado ambiental.

La regla 3/30/300

Se están construyendo cada vez más zonas verdes en los barrios urbanos, la llamada psicología verde. Se ha popularizado la idea del silvicultor urbano Cecil Konijnendijk de la regla 3/30/300 para crear ciudades más saludables.

Esta regla supone tener a la vista como mínimo tres árboles, vivir en un barrio con un 30% de cubierta vegetal y estar a menos de 300 metros de un parque”.

A nivel global se están empleando materiales de construcción aislantes del exterior cada vez más sostenibles para mejorar la calidad de vida, evitar humedades en las viviendas o ruidos de vehículos. “Es importante destacar que, aunque queda mucho por hacer, poco a poco las ciudades están más adaptadas a personas con algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial. Eso reduce el estrés y facilita la vida a las personas con esta condición y a sus cuidadores”.

La importancia del bienestar relacional

En cuanto a las vivienda, hay dos aspectos a tener en cuenta: la salud individual y el bienestar relacional de todas las personas que convivan en un mismo espacio. “Desde la psicología ambiental se recomienda ventilar las viviendas varias veces al día, incluso si se tienen plantas, con el fin de promover ambientes limpios e higienizados, así como aprovechar la luz solar natural siempre que sea posible”.

“Además de ser una actitud pro-ecológica y pro-económica para ahorrar recursos energéticos, está demostrado que la luz natural permite conservar buenos estados de ánimo. La razón es que colabora con la producción de serotonina, un neurotransmisor que nos permite experimentar la sensación de bienestar y mantener el buen humor”.

Otro aspecto a considerar es la contaminación. “Esta puede ser visual. La podemos evitar no acumulando enseres que no necesitamos. O de tipo acústico, que podemos minimizar bajando el volumen de la música o no pegando martillazos si no es necesario”, apunta. Y por último, indica otro tipo de contaminación a evitar: “la odorífera, para ello se deberían poner de acuerdo todas las personas convivientes de la casa sobre las fragancias y desodorantes que se emplean.”

 Cómo actuar en los entornos laborales

En los lugares de trabajo, se pueden tener en cuenta esas mismas actitudes: ventilar el entorno laboral varias veces al día, aprovechar la luz solar siempre que se pueda y evitar los diferentes tipos de contaminaciones. “Y cabría incluir la ergonomía, los conocimientos científicos para mejorar la salud en el trabajo y sus ambientes. Resulta esencial para la prevención de riesgos laborales y, por tanto, lograr una óptima calidad de vida en estos entornos”.

En relación al teletrabajo, desde la psicología ambiental se subraya la importancia de establecer límites claros en la vivienda “marcar nuestra esfera privada y nuestra esfera laboral y la de nuestros convivientes”. Por último, resaltar la importancia de “ser conscientes de cómo el ambiente es capaz de influir en nuestras conductas, emociones o decisiones. Analizarlo y ver si hay algo que podemos modificar y mejorar”.

Para ello, hay sistemas como el feng shui “basado en la ocupación consciente y armónica de espacio. Desde cambiar de color una pared, poner más plantas en nuestro hogar, cambiar la mesa de sitio para que entre más luz natural… Todo es válido, menos mudarnos de planeta, que de momento, no es posible. Por ello debemos cuidar el que tenemos y aprender a relacionarnos de una manera más eficaz y eficiente con nuestra realidad bio-psico-social”.