‘A cada actividad interna le corresponde un movimiento análogo; toda predisposición a una actividad corresponde a una tendencia análoga en el movimiento” Theodor Piderit.
El campo ‘Psi” forense se encuentra conformado por dos amplias disciplinas que con sus propias metodologías de estudio y abordaje se involucran en el análisis de la conducta y el comportamiento humano; hablamos de la psiquiatría y la psicología, cada una con sus peculiaridades epistemológicas y paradigmáticas ya que el psicoanálisis es convocado desde otro lugar. Este artículo cita al psicoanálisis como disciplina protagonista del estudio de la conducta humana a través de lo inconsciente. Sigmund Freud creador de dicha teoría propone que nuestro comportamiento está gobernado por lo inconsciente, a lo largo de su enseñanza destaca la presencia y manifestaciones del inconsciente, como por ejemplo: los sueños, los actos fallidos, los olvidos, los lapsus lingüísticos, la repetición, la libre asociación, entre otras qué él designa como formaciones del inconsciente y que a través del complejo análisis e interpretación de ellas como se puede tener una vía de acceso a los movimientos psíquicos más íntimos e internos de los seres humanos; tarea de gran complejidad en virtud de que cada persona es individual, irrepetible y posee características singulares, es por ello que el “inconsciente es particularizado”. Jung en su teoría arquetípica hace referencia a un inconsciente colectivo, sin embargo en Jung esta idea está dirigida en un sentido antropológico, cultural, social y colectivo, que difiere de la idea freudiana de sujeto a sujeto, es decir, uno a uno, de ahí que la terapia psicoanalítica sea individual y nunca grupal, ni siquiera de pareja. Son entonces las formaciones del inconsciente la puerta de entrada y de acceso a los planos más profundos del aparato psíquico de una persona, es decir, de su persona-lidad. Es entonces el psicoanálisis la disciplina que estudia e interpreta el inconsciente, un conocimiento profundo de las personas, desconocido que hace incógnita y deja huella en la historia de vida de cada quién.
La escritura o el acto de escribir, es una conducta como cualquier otra, dormir, caminar, hablar, correr, que en un primer momento pareciese estar dominada por la conciencia y por una serie de procesos neurológicos de ejecución voluntaria, en un eje de ejecución engranada entre el pensamiento-vista-mano, es decir, una idea, un sentido (la vista) y los movimientos de la mano (motricidad); sin embargo, el acto de escribir no sólo implica procesos neurológicos en apariencia mecánicos, hay la intervención psíquica, subjetiva, de cada persona que de manera inconsciente imprime a su acto de escribir un “toque” particular, eso a lo que llamamos “rasgo escritural” y que en cada persona es muy propio e individual, es por ello que la escritura es un método de identificación forense que conocemos como Grafoscopía, pero mucho cuidado, no confundir con la Grafología, disciplina que estudia mediante un conjunto de técnicas y metodología propia, las relaciones entre la conducta escritural (caligrafía) del sujeto escribiente con los rasgos de personalidad (temperamento y carácter), así como las circunstancias anímicas y psíquicas del que escribe; consideremos de esta manera que la conducta de escribir, contiene dos elementos esenciales: El primero que es voluntario y consciente que determina la posibilidad de realizar el acto escritural, y el segundo que es el aspecto involuntario, es la forma como cada quien escribe, que imprime una huella particular e irrepetible por otro y que está directamente relacionada con la personalidad del sujeto escribiente, hay aquí un lazo primordial entre el psicoanálisis y la grafología: el estudio de lo inconsciente.
Agregamos un tercer elemento, la lingüística: disciplina encargada del estudio de la estructura, contenido y significado de las palabras y frases que una persona utiliza de manera cotidiana; la lingüística posee también sus propias técnicas y metodología de estudio, en un primer momento tomamos referentes como Saussure y Levi-Strauss por sus aportaciones en el campo de la lingüística, la estructura entre el significante/significado, entre lo denotativo y connotativo de las palabras, así como la semántica y semiótica. Es Jaques Lacan psicoanalista francés, quien introduce la frase: “El inconsciente está estructurado como un lenguaje”, de tal manera que el lenguaje es una formación del inconsciente, el ser-hablante llena su oralidad de palabras y frases que son representativas de su personalidad; Don Foster, el lingüista, asegura que “Los seres humanos son prisioneros de su propio lenguaje”; de tal manera que el lenguaje, sus formas, su utilización, revelan una huella inconsciente del que habla, del que dice y cómo lo dice, arrojando elementos invaluables para el estudio de la personalidad. Queda un camino largo y sinuoso por recorrer ya que lo inconsciente no es una vía fácil, pero esta triada de la cual escribimos, ofrece conocimientos de sumo valor para el ámbito forense que no se deben pasar por alto.