Aunque es un concepto para el que se han acuñado muchas definiciones, la OMS expone que la plasticidad cerebral o neuroplasticidad debe ser entendida como la capacidad que poseen las células del Sistema Nervioso (SN) para regenerarse, tanto anatómica como funcionalmente, después de haberse visto sometidas a algún daño o lesión.
Tras muchas investigaciones, se ha podido comprobar que esta característica es inversamente proporcional a la edad del sujeto, y esto explica que la recuperación de funciones tenga un pronóstico más positivo cuanto menor sea la edad de la persona afectada. Aunque es importante que tengamos presente que siempre que se produzca una estimulación adecuada, la plasticidad cerebral es un fenómeno que se produce en cualquier momento a lo largo del ciclo vital. Dicho todo esto, parece claro que serán los niños y niñas quienes cuenten con una mayor neuroplasticidad.
Bases neurofisiológicas de la recuperación
Para comprender cuáles son las bases neurofisiológicas de la recuperación del daño cerebral, el primer punto que debemos tener en cuenta eS que dicho daño provoca una reorganización del sistema afectado y esto por tanto, traerá consigo modificaciones en el sistema nervioso.En un principio se asumió que la recuperación del daño se producía por el aumento de la actividad neuronal y de las conexiones que habían quedado preservadas, pero hoy sabemos que la realidad es que existe un plasticidad regenerativa cerebral que actúa cuando se produce daño y que provoca nuevas sinapsis.
Aunque en un principio las consecuencia del daño cerebral pueden ser de mayor alcance, el sistema nervioso e capaz de desarrollar medidas espontáneas que faciliten la recuperación mediante unos mecanismos de neuroplasticidad que tienen dos modos de acción:
- Incrementar el metabolismo de las áreas adyacentes a la lesión que no han sido afectadas y que se ocupen de la función.
- Aumentar el trabajo metabólico del área homóloga del hemisferio no lesionado.
Otros elementos importantes en la recuperación del daño cerebral son:
- Las glías. En concreto, los astrocitos que harán que las neuronas dañadas sean encapsuladas de tal forma que se consiga la reabsorción del tejido necrótico. Posterior a esto, tendrá lugar la regeneración del axón y la creación de nuevas sinapsis que constituirán la base de la reorganización y recuperación del daño cerebral.
- Los factores de crecimiento nervioso (NGF), ya que se encargarán de facilitar la reinervación. Este mecanismo recibe el nombre de colateralización axónica y puede producirse de dos formas:
- Colaterización homotípica: se produce un ensamblaje de neuronas con funciones similares.
- Colaterización heterotípica: son conexiones entre neuronas de diferentes tipos y que normalmente producen una reacción mal adaptativa.
Llegados a este punto, cabe entender que al igual que ocurre con el aprendizaje, las lesiones cerebrales producen una reorganización sináptica, una formación de nuevas sinapsis a la que denominaremos sinaptogénesis reactiva. Este proceso afectará lógicamente a la cantidad de neurotransmisores que se liberan en el espacio sináptico. En el SNC, tras una lesión, aumentará el número de receptores en la membrana postsináptica y así se verá equilibrada, al menos en parte, la falta de estímulos hacia una estructura.
Proceso de recuperación de daño cerebral en la infancia y ejemplo
El principio fundamental que no debemos olvidar en el caso del daño cerebral en la infancia es que, cuanto más pequeño sea el niño, mayores posibilidades hay de que se recupere de la lesión o daño. Las lesiones cerebrales tienen efectos más leves y menos duraderos si se presentan en la infancia. Podríamos hablar de una «regla de plasticidad inversa» (más edad, menos plasticidad). De hecho, se ha observado que en casos de daño cerebral temprano, funciones cognitivas como el lenguaje pueden ser asumidas en su totalidad por el hemisferio derecho (no dominante para esta función), aunque si bien e cierto que esta afirmación tiene excepciones, y es que esto se produce habitualmente hasta los 6 años. Después de esta edad es poco probable que se produzca esa transferencia e irá disminuyendo a medida que no acercamos a la pubertad y edad adulta.
Otra excepción tiene lugar cuando se produce un daño cerebral profundo anterior al año de vida, puesto que esto impedirá de alguna forma la reorganización cerebral que permita la recuperación. El principio «a menos edad, más recuperación» se cumplirá solo si el daño en las funciones perceptivo- motora y cognitivas no sea tan grave al punto de dañar la maquinaria funcional.
