August Comte inventó la Sociología, el término, y la elevó al nivel de la ciencia suprema por sobre el resto de las ciencias. Esto enfadó incluso a Piaget que le reprocha, le pregunta más bien, en su sorpresa, que por qué no incluye a la Psicología también, en el contexto de las ciencias. Dice de Comte la Wikipedia: «fue un filósofo francés, y escritor que formuló la doctrina del positivismo. A menudo se le considera como el primer filósofo de la ciencia en el sentido moderno del término. ​Las ideas de Comte también fueron fundamentales para el desarrollo de la sociología; de hecho, inventó el término y trató esa disciplina como el logro supremo de las ciencias.» Todo esto ocurrió a mediados del siglo XIX…

Esto confundió a todo el mundo, especialmente a los… psicoanalistas.

Dice Erich Fromm que Sigmund Freud, lo que quería, según alguna carta remitida a su amigo Fliess, era ser un líder social. Todos sabemos que Fromm se convirtió en líder social él también. Sus libros, en particular El arte de amar y El miedo a la libertad, son casi todos, best sellers. Cualquiera, analizandos y no analizandos, los leen como rosquillas, es el modo… altruista… de Fromm de psicoanalizar a las «sociedades», masivamente, desde su visión freudomarxista del mundo (¿cómo se mezclan una ciencia… con una ideo o socio-logía?), sin que individualmente tengan que pagar las sesiones: el lema de Comte era altruismo, orden y progreso… y nadie duda de sus buenas intenciones -nadie duda de las de Erich Fromm, ni de las de Freud tampoco-, aunque estas no lo fueran.

Desde que esto ocurriera, la mayoría creemos que un sociólogo tiene que ser, o bien de izquierdas, o bien altruista, buena gente. Identificamos la carrera de Sociología con el pensar en el prójimo. Pero nada más lejos del Positivismo que eso, ya que emparenta al sujeto, al hombre, por poner solo un ejemplo, con los ratoncitos de laboratorio que es como hace sus experimentos… para conocer no ya a los ratones sino al hombre. Y no negaremos que compartimos con las ratas mucho más de lo que creemos, como por ejemplo, que con ratas o ratones no deberíamos hacer esa clase de experimentos ni domesticar a los animalitos con castigo y refuerzo, sino con ternura, límites y tiempo, como hacemos con cualquier niño.

Hoy, en suma, se confunde todo: al altruismo con el freudomarxismo (¿Freud que era liberal, lo vería con buenos ojos?), al psicoanálisis con el punto de vista de los sociólogos, a los sociólogos con Jesucristo, a Fromm con Jesucristo, a Jesucristo con la Iglesia, al psicoanálisis con las ideologías sobre todo de izquierdas… al lacanismo con las izquierdas.., al freudismo con el surrealismo y luego con un dogma, o sea, con una Iglesia, con una ideología (algo tiene que ser ya que no es ciencia…), con Academias, Instituciones… al freudismo con el Positivismo, el Humanismo ilustrado y por ende, con el racionalismo-mecanicismo cartesiano.

Freud, que quería al coste que fuera que a su Proyecto se lo considerase como ciencia, se retorcería. Pero él fue en buena parte, el responsable. No supo rodearse: desde el momento en que prestó sus oídos a Jones, a sus agiógrafos más des-leales, en lugar de a brillantes y del todo confiables amigos y colegas como lo eran Ferenczi y otros… se lanzó en manos del ¡Positivismo de Comte! De pronto, eso que era tan revolucionario por lo de lo irracional-inconciente y porque dijo que en los niños también existía sexualidad… eso que Freud no supo  interpretar… y que, luego, con sus matices, retomaría Lacan… aunque es interesante adentrarse en su re-formulación…

La idea junguiana a la que Freud se oponía tan tajantemente en su día, de inconciente colectivo, apunta, de alguna manera -de manera semejante a como lo ven los sociólogos-, al cartesianismo: los grupos humanos son como masacotes espirituales de los que no pueden obtenerse sus partes. O sea, se confunde la idea de lo holístico, el ver las cosas como movimientos relacionales en los que las partes interactúan, con una uniformidad y conformidad aparentes que no admiten la noción de sujeto, de individuos: suprime la idea de libertad individual -no así la idea de «casta”…-, de la que gozan las células y los átomos y sub-partículas de que se componen los cuerpos y la psique como resultante, y se diferencian unas de otras para poder especializarse.

Nos ven como una masa de la cual lo último que hay, según Comte, reaccionario hasta no dar más, es la «unidad familiar», lo contrario a lo que predicaba Jesucristo, no así lo que vino después, contrario según creen ellos en su convencimiento, seguramente, muchas veces del todo ingenuo, a los movimientos «feministas» y del orgullo Gay, entre muchos otros. No te puedes «desligar.» Para movilizarte no basta con tu capacidad, tienes que pasar a formar parte de un cuerpo-masa: amiguismo, colectivos… No puedes despuntar ni asomarte jamás. Esto es exactamente lo que Freud parecía no aceptar, hasta que sintió que si no lo hacía, su Proyecto… no pasaría a la posteridad…

Había que recular y tragar.

No hay dos cosas que se opongan más: el postivismo, lo ideológico, esto es, el sociologismo, y lo científico, no se pueden juntar.