¿Qué seria el placer sin el intermediario de la palabra?

El inconsciente no tiene una localización o una ubicación; está en lo que se dice.

Lacan decía que el amor es la ilusión de hacer de dos uno. También decía que el amor surge cuando el otro ocupa un lugar esencial en la propia falta. Ante la pérdida de un amor el dolor surge porque la falta ya no tiene revestimiento en-cuerpo a través de alguien, y queda su ausencia en su forma más cruda. Pero el sufrimiento es otra cosa. El sufrimiento a causa de un desamor es el efecto de la pasión imaginaria. En especial en esos casos donde el sufrimiento se extiende en el tiempo y la persona queda “enganchada”. Enganchada no a la persona amada sino a lo imaginario.

El amor y su mitología.

Sobre Poros…

Poros o Poro, traducido como “senda” o “camino”, personificaba en la mitología griega la oportunidad,  la conveniencia, los medios para conseguir algo y la utilidad.

En algunas teogonias, Poros y Thesis fueron las primeras divinidades que nacieron en el universo. En este sentido Poros se identifica con Cronos (el tiempo). En este mito, Thesis (creación) dio a luz primero a Poros (el inicio de las cosas) y después a Tecmor (el final de las cosas). Thesis, usaría así el poder creador, ayudándose de sus dos hijos para regular el mundo que crearía, dotando a todos los entes de un inicio y un fin. El poder de los tres dioses empezó a dar su fruto generando otros entes que darian forma al universo que hasta entonces era una masa amorfa en la que nada se distinguía. El primero en nacer tras ellos sería Amar (el día), y más tarde vendrían Skotos (la oscuridad), Melana (la luna) y Marmarugas (las centellas de luz).

La versión órfica afirma que Poros y su hermano Tecmor nacieron de Thesis (la creación).

Platón recoge una tradición posterior en la que Thesis se identifica con Metis (el poder de la generación). En ésta versión, Thesis Metis es madre de Poros Penia, que engendran juntos el Amor en el transcurso de una gran fiesta en honor de Afrodita. Al finalizar la celebración, Penia (la pobreza) acudió para pedir las sobras. Poros había bebido mucho y se había quedado tumbado en el patio de Zeus para descansar. Penia, maquinando, impulsada por su carencia de recursos, pretendió hacerse de un hijo de Poros, se acostó a su lado y concibio a Eros. Por esta razón es por una parte, acompañante y escudero de Afrodita, al ser engendrado en la fiesta del nacimiento de la diosa y es por naturaleza un amante de lo bello. Siendo hijo, pues de Poros y Penia, Eros se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como la mayoría, cree, es, más bien, duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta en la interperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de acuerdo con la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello  y de lo bueno; es valiente, audaz, activo, buen cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y hábil con las palabras. No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día una veces vive y florece, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni esta falto de recursos, ni es rico, y está, además, en medio de la sabiduría y la ignorancia.

A lo largo de su obra Lacan  se  interroga  de  diferentes maneras  sobre el amor, articulando la temática del amor a distintos  conceptos  psicoanalíticos.  Será  en  el Seminario  20  donde  dirá  que  “el  amor  suple la relación sexual que no hay”. Intento  indagar  qué es el amor para Lacan,  en  los  últimos  años  de  su enseñanza, desde  la  perspectiva  de  la  necesidad, la demanda, lo contingente y lo imposible. Para los seres hablantes, el eje temático es el amor: del  que  tienen,  del  que carecen,  del  que  esperan,  del  perdido, del  que  añoran; así se ligan a las canciones, a la letra, a la música, a lo que las palabras desencadenan. ¿Cuál es el enlace del  ser  hablante, de las palabras con el amor?, ¿Qué lo causa? El amor  se hace de palabras, toca el cuerpo y se dirige al otro, transformándolo en una posibilidad de sensaciones añoradas; pero también las palabras ligadas al amor se sufren, se experimentan en muchos casos en el dolor, en la nostalgia de un imposible de realización; las historias de amor se construyen de palabras, de re-cuerdos, de tiempos, momentos e instantes que la música atrapa y señala el retorno súbito a un estado subjetivo inexplicable de lo que hubo y que se guarda en lo humanamente significante de nuestra existencia.

El amor no es más que un encuentro de dos… una demanda que no cesa de escribirse en las páginas, y se tatúa en la piel. Pues no hay allí más que la necesidad de encuentro, un encuentro en pareja de los síntomas, de los afectos, de las carencias, de todo cuanto en cada quien marca la huella de su exilio, de su abandono, de su insatisfacción, de su necesidad… de su falta, no como sujeto sino  como ser hablante. De  allí  la ilusión de que el encuentro no cesa de escribirse. El  desplazamiento de  la negación, del no cesa de escribirse al cesa de escribirse, de necesidad a contingencia. Exilio que hombres y mujeres intentarán suplir de modos singulares. Entonces, ante el destino fatal que hace al amor, ante el fracaso de la contingencia, la valentía del amor implicaría soportar la división irremediable, el desencuentro de los dos saberes inconscientes. Saberes que no se recubren en el  sentido, ni en la verdad como absoluta. Encuentro que toca la ranura de lo real sin  desconocer lo imposible, por fuera de la necedad que no hace salir a nadie de sí mismo.

En el “El saber del psicoanalista”, a  partir  de una poesía Lacan plantea la relación amorosa. Dice así:

“Entre el hombre y la mujer Hay el amor

 Entre el hombre y el amor Hay el mundo

Entre el hombre y el mundo Hay un muro”

Defino  el  muro  como  lo imposible,  Lacan  va  a  decir que “en  la  relación  del  hombre y la mujer la castración está  en  todas  partes”  (2,  clase  del  6/1/72),  para  agregar que cuando el amor “se  juega  seriamente entre un hombre y una  mujer  siempre  se  pone en juego la castración. Es lo que es castrante.” (2, clase del 6/1/72). Será  necesario  distinguir  los  diversos  modos  de  hacer con  ella.  ¿Cómo  soportar  el  encuentro en el amor?, En  el  Seminario  20  Lacan  planteará  que  el  modo de soportar lo azaroso del encuentro es tornándolo necesario. Se  desprende,  entonces, del planteamiento  de  Lacan, el  amor como suplencia, a partir de lo  cual  podemos ubicar  una versión  del  amor  en  términos  de  amor  narcisista. Freud en su estudio sobre el narcisismo  articula la vida  amorosa de los sexos  desplegando  los  diferentes  modos  del amor  para  el  hombre  y  para  la  mujer.  Establece  que  el hombre  ama  según  el  tipo  de  elección  de  objeto  basado en  el apuntalamiento, esto es que aquello que ama en  el objeto de amor, es  su propio  narcisismo que ha sido desplazado al objeto. El enamoramiento se basa en la sobrestimación del objeto. En cambio, en las  mujeres para Freud se trata de “un acrecentamiento del narcisismo originario desfavorable a la constitución de un  objeto de amor”, como es el caso de los hombres. Ellas se aman, en rigor, a sí  mismas. A partir de esto podemos decir que para Freud el amor siempre es narcisista.

Lacan retoma ciertos trabajos freudianos para  ubicar el amor narcisista y en el  Seminario 20 afirma que el amor es impotente porque ignora que no es más que el  deseo de ser Uno y que eso no saca a nadie de sí mismo. Es necesario establecer  que en este Seminario Lacan construye las posiciones sexuadas, lado hombre y lado mujer, en términos de goce fálico y Otro goce, lo que posibilita un más allá del goce fálico, y por lo tanto, un otro amor que el narcisista. Amor ligado al no todo.