La Cognición 4E o Ciencia cognitiva 4E es el conjunto de paradigmas más modernos en ciencias cognitivas. La sigla ‘4E’ quiere decir: encarnada, embebida, enactiva y extendida.

Que la cognición esté encarnada –corporeizada– significa que los procesos de conocimiento dependen de manera fundamental de las propiedades del cuerpo del agente. Que la cognición esté embebida –anidada, situada– significa que la cognición depende de manera fundamental del ambiente del organismo. Que la cognición sea enactiva quiere decir que es un proceso de acción, ‘enaction’ en inglés significa actuación, como en la dramatización teatral. Que la cognición sea extendida quiere decir que los procesos cognitivos no están dentro del cerebro –como lo suponía la ciencia cognitiva clásica, el ‘cognitivismo’ en sentido estrecho– sino que se extienden a todo el cuerpo del organismo epistémico y hacia el mundo exterior (Clark, 1999; Hutchins, 1995; Varela et al., 1991).

La noción de ‘cognición corporeizada’ (encarnada) puede considerarse como más general y abarcando a los otros paradigmas. Los 4 paradigmas se solapan parcialmente entre sí, y el modo en que lo hacen es objeto de debate contemporáneo. Hay, eso sí, un contraste entre la cognición distribuida –con su énfasis cultural– y el enactivismo –con su énfasis biológico en la experiencia vivida y la mente tácita pre-reflexiva–. De hecho, la teoría de la cognición distribuida postula que los procesos cognitivos son computacionales y representacionales (como en la ciencia cognitiva clásica) pero se extienden a la cultura externa. En cambio, el enactivismo rechaza las nociones de que la mente sea computacional y/o representacional.

Con fines didácticos separaré la cognición 4E en dos vertientes: una biológica originada en la teoría de la autopoiesis y otra cultural proveniente de las ciencias sociales.

La vertiente cultural de la Cognición 4E: Cognición corporeizada, distribuida, enculturada y extendida

La cognición distribuida y extendida en la cultura

La vertiente cultural de la cognición corporeizada es la cognición distribuida –culturalmente extendida–. Esta vertiente sostiene que la mente humana no está dentro del cerebro, ni siquiera dentro del cuerpo, sino que se extiende fuera, hacia el ambiente.

En los seres humanos, las extensiones culturales posibilitan procesos mentales nuevos y más complejos. La evolución humana no es solo biológica, sino también sociocultural: depende de manera central de la adquisición en la ontogenia de cada sujeto de conocimientos acumulados por la cultura a lo largo de la historia. Con el creciente intercambio cultural, cada vez más esta cultura incluye los logros científicos y técnicos de toda la historia humana.

La noción de ‘exograma’ y su relación con las nociones de ‘cognición distribuida’ y ‘cognición extendida’

En 1991 el neuroantropólogo cognitivo Merlin Donald, publicó su libro Origins Of The Modern Mind, donde propone su teoría de la evolución cultural del primate humano. Mientras las huellas de memoria neuronal han sido denominadas ‘engramas’, Donald (1991) añade el término ‘exograma’ para designar los dispositivos de representación externos –marcas corporales, pinturas rupestres, decoraciones de tumbas, jeroglíficos, etc.– que desde el Paleolítico superior han alterado y aumentado enormemente las capacidades cognitivas humanas, posibilitando el almacenamiento exterior y la transmisión transgeneracional de ideas.

Edwin Hutchins: la cognición distribuida y enculturada

El mismo año, Flor y Hutchins (1991) introdujeron la expresión ‘cognición distribuida’ para proponer un nuevo enfoque en ciencias cognitivas donde la unidad de análisis son grupos de individuos y artefactos que colaboran para la ejecución de una tarea.

Analizan a los equipos de trabajo que desarrollan softwares –programas computacionales– y sostienen que los procesos cognitivos de los programadores humanos individuales interactúan creando un ‘sistema cognitivo complejo’ con propiedades distintas de las de los individuos. Este sistema incluye la comunicación de los programadores entre sí y el uso de tecnologías.

Cognición enculturada: las representaciones están en la cultura

En 1995 el mismo Edwin Hutchins –antropólogo– publica su libro Cognition In The Wild, donde sostiene que las ‘representaciones’ que la ciencia cognitiva clásica supone que están dentro del cerebro de cada individuo, en realidad están en los sistemas culturales externos. De hecho, el computador –metáfora de la mente– es un artefacto cultural occidental y los sistemas lógicos y algorítmicos también. Por tanto, la cognición es un proceso sociocultural que erróneamente ha sido atribuido a los cerebros individuales (Hutchins, 1995).

Cognición extendida, cognición distribuida y cognición enculturada

En 1998 Clark y Chalmers, inspirándose en Hutchins, publican su artículo ‘The extended mind’ (1998). Desde un enfoque funcionalista computacional proponen que los procesos cognitivos se extienden a los artefactos culturales en aquellos casos en que tales artefactos realizan funciones que, si ocurrieran dentro de la cabeza, no dudaríamos en llamar ‘cognitivas’. Proponen dos personajes: Otto e Inga, que quieren ir al Museo de Arte Moderno. Inga consulta su memoria biológica, recuerda la calle donde está el museo, y lo visita. Otto, que tiene Alzheimer, realiza lo mismo, pero consultando un notebook que lleva siempre consigo –en lugar de consultar su memora biológica–. Ve la dirección en su notebook y acude al museo. Por tanto, el notebook formaría parte del sistema de memoria de Otto.

Este argumento es retomado por Andy Clark en su libro Supersizing the Mind (2008). Hutchins (2011) respondió a este libro con su artículo ‘Enculturating the supersized mind’ argumentando que Clark no otorga suficiente relevancia al carácter dinámico de las prácticas culturales. El notebook de Otto es estático a menos que Otto lo modifique, y es asocial. Para Hutchins, las prácticas culturales y grupales mismas son dinámicas y organizan la cognición. El cerebro y el cuerpo individuales no son las únicas fuentes de procesos organizadores dinámicos que ensamblan recursos cognitivos (Hutchins, 2011).

Las nociones de memoria colectiva y memoria transactiva como antecesoras de las nociones de cognición distribuida y cognición extendida

Es justo mencionar que la idea de que la memoria y otros procesos mentales puedan ser procesos colectivos es ya clásica en las ciencias sociales. Esta idea aparece en varias formas, entre ellas la ‘memoria colectiva’ del sociólogo Maurice Halbwachs, quien fue influenciado por Émile Durkheim. Un artículo del filósofo de la ciencia cognitiva Robert Wilson revisa algunas de estas teorías sociales clásicas (Wilson, 2005; véase también De Alba González, 2016; Halbwachs, 1925, 1950). Wertsch (2009) revisa teorías sociales contemporáneas de la memoria colectiva.

En la psicología cognitiva social, desde los años 80 Daniel Wegner y colaboradores desarrollaron la teoría de los ‘sistemas de memoria transactiva’, que plantea que las parejas íntimas y otros grupos pequeños, al tener una historia de vida común, pueden recordar eventos de su pasado compartido y cada individuo servir como clave para que el otro recupere recuerdos parciales de tales eventos, siendo la conversación un sistema de memoria transactiva (Michaelian y Sutton, 2013; Wegner, 1987; Wegner et al., 1985).

La vertiente biológica de la Cognición 4E: Cognición corporeizada, situada, embebida y enactiva

El surgimiento del enactivismo como paradigma opuesto al computacionalismo y al representacionalismo

Un libro considerado fundacional para la cognición enactiva, así como para la cognición 4E en su conjunto, es The Embodied Mind –editado en español como De Cuerpo Presente–, de Francisco Varela, Evan Thompson y Eleanor Rosch, publicado en 1991. Allí los autores y la autora presentan el enactivismo como nuevo paradigma de las ciencias cognitivas que se opone al representacionalismo y al computacionalismo. Consideran que la cognición no es cálculo (computación) sobre representaciones –la noción intelectualista clásica– sino acción situada en el mundo.

Enactivismo en la Cognición 4E, la mente corporal

El enactivismo, como parte de la cognición corporeizada, asevera que el conocimiento depende esencialmente del cuerpo. Supongamos que hay dos organismos con cuerpos distintos, uno tiene el doble del tamaño del otro, o uno camina verticalmente y el otro en 4 patas. Uno ve en colores y el otro en blanco y negro. Debido a sus diferencias, incluso si ambos organismos estuvieran en el mismo lugar, sus experiencias serán distintas. A su vez, percibir determinados rasgos del ambiente llevará a cada uno a reaccionar de maneras también diferentes (Shapiro, 2011).

Según el enactivismo, la cognición es un bucle percepción-acción: percibir el mundo lleva a ejecutar movimientos que abren la posibilidad de nuevas percepciones, y así sucesivamente. Esta idea de bucle perceptivo-motor proviene de la fenomenología del cuerpo vivido de Maurice Merleau-Ponty (1942, 1945) y de la psicología ecológica de James Gibson (1966, 1979).

Para el enactivismo, el mundo surge de la acción corporal situada

Para Varela et al. (1991) el mundo no es independiente del agente, sino que el agente ‘hacer surgir’ su mundo subjetivo en su accionar sensorimotor. Además, el enactivismo rechaza tanto el racionalismo cartesiano como el objetivismo de gran parte de la filosofía analítica para sostener que la experiencia humana es vivida en el cuerpo –el cuerpo además de objetivo es subjetivo–. La teoría enactiva fue influenciada por la filosofía continental fenomenológica y hermenéutica y ha influido en una parte de la I.A. moderna, la ‘robótica situada’, que construye robots que ‘conocen’ el mundo de manera directa (sin complicados procesos mediadores de cálculos y algoritmos).

La influencia de la teoría de la autopoiesis en el enactivismo

El enactivismo de Varela et al. (1991) se inspiró en las nociones de ‘autopoiesis’ y ‘autoorganización’ provenientes de la biología y la teoría sistémica (Maturana y Varela, 1984; Varela et al., 1974). Según Maturana y Varela (1984), los seres vivos son sistemas autopoiéticos. Un sistema autopoiético produce sus propios componentes recursivamente: se produce a sí mismo en el tiempo y se distingue de su medio, es autónomo. La cognición y el mundo vivenciado dependen de la autoorganización de cada ser vivo. Los hámsteres ven en blanco y negro, las abejas no pueden ver el rojo y lo confunden con el negro, pero sí ven el ultravioleta –que los seres humanos no vemos–, los mapaches solo ven tonos de grises, y las mariposas ven una amplia variedad de colores (Hugues et al., 2008).

La continuidad vidamente de acuerdo al enactivismo

Varela et al. (1991) sostienen que hay continuidad entre vida y mente, la mente emerge de la vida. Esto permitiría naturalizar la intencionalidad, la agencia y la teleología. Di Paolo (2009, 2018) añade a la autopoiesis la ‘adaptividad’: conducta de mantención de la propia viabilidad ante los cambios en las condiciones ambientales, que implica actuar anticipando estados futuros. Se basa en un ejemplo de Varela: las bacterias que realizan quimiotaxis, nadan en su ambiente químico acercándose a la glucosa –alimento– y alejándose de las sustancias que son nocivas para ellas (Di Paolo, 2009).

Algunos debates teóricos en la Cognición 4E entre enactivismo y representacionalismo

Dentro de la Cognición 4E, el enactivismo se opone a las variantes computacionales y representacionales de la ‘cognición corporeizada’, las considera no realmente corporeizadas y demasiado tradicionalistas e intelectualistas (Di Paolo, 2018).

Recíprocamente, también dentro de la Cognición 4E, Wheeler (2008), desde la teoría de la cognición extendida, critica al enactivismo por ser internalista e individualista, ya que vincular la mente a la autoorganización del ser vivo implicaría que la mente está ‘dentro’.

Di Paolo (2009) responde que el enactivismo es relacional –agente-ambiente–, ni internalista ni externalista. Añade que la vida puede considerarse extendida en casos como los escarabajos buceadores que atrapan burbujas de aire en sus pelos y las usan para respirar bajo el agua. También desde el enactivismo, Colombetti (2015) sostiene que en ciertos casos las emociones pueden estar extendidas, como cuando un saxofonista cambia sus estados emocionales tocando jazz, ‘acoplándose’ a su instrumento. Colombetti (2018) señala que para el enactivismo la mente es encarnada y embebida –realizada por el organismo situado en su ambiente– pero no hay consenso sobre si es además extendida.

Referencias:

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