Es bastante probable que, al echar la vista atrás, todos seamos capaces de nombrar algunos (o muchos) aspectos en los que hemos cambiado positiva o negativamente…
Identidad personal, self o personalidad son algunos de los conceptos que, aunque con implicaciones y matices diferentes entre ellos, se usan desde la Psicología para recoger sintéticamente todas aquellas características que definen a un individuo y los diferencia del resto. Estas características son muy diversas y pueden ir desde el grado de amabilidad de alguien hasta sus niveles de apertura a la experiencia, pasando por qué tan neurótico/a puede ser.
Existe una falta de acuerdo entre diferentes ámbitos de la Psicología a la hora de establecer si estos rasgos o características que nos constituyen son estables o pueden cambiar. ¿La personalidad es estable en el tiempo o puede sufrir cambios? Pues ambas cosas. Pero hay que tener en cuenta algo importante: tanto la estabilidad como el cambio son funcionales y adaptativos. Es decir, hay circunstancias vitales ante las que debemos cambiar algunos aspectos para facilitar nuestra adaptación , y se dan otras en las que lo más funcional o práctico es mantener ciertas pautas rígidas de actuación.
Pero, ¿cuáles son aquellas circunstancias por las que se producirían cambios en la personalidad? Según varios autores, existen tres tipos de factores que pueden determinar cambios importantes:
- Los que ocurren como respuesta a las exigencias del medio. Son aquellos que tienen lugar cuando se produce una variación en el estatus o rol que ejercemos. Por ejemplo, la maternidad/paternidad cumple un importante papel sobre algunas características de personalidad como el autocontrol, la tolerancia, la responsabilidad, etc.
- Los que tienen lugar por la edad. Muchas de las teorías evolutivas defienden que con el transcurrir de los años, tiene lugar un cambio regular y continuado de la personalidad. Se ha podido confirmar que con el paso del tiempo se produce un descenso significativo en la impulsividad e incrementa la sensación de competencia y la necesidad de afiliación.
- Los que no obedecen ni a exigencias del medio ni ocurren por la edad. Son aquellos acontecimientos inesperados y estresantes que pueden cambiar nuestra perspectiva y personalidad en un periodo relativamente corto de tiempo (divorcios, muertes inesperadas, etc).
Finalmente, llegados a este punto debemos tener en cuenta dos cosas: la primera es que, como imaginamos, existen aspectos de la personalidad que son más susceptibles al cambio que otros, y la segunda pero no menos importante, es que debemos tener en consideración la medida en que se relacionan personalidad y cambios. Es decir, las elecciones que hacemos vienen, en cierta medida, determinadas por nuestra personalidad, y los ambientes que creamos con nuestras elecciones moldean la personalidad de forma diferente. Por tanto, aunque no siempre somos capaces de modificar nuestras acciones y pautas de conducta con facilidad, está claro que una de las medidas más sanas y adaptativas que debemos adquirir es la flexibilidad necesaria para integrar los cambios y actuar en consecuencia.
