De acuerdo al ISSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado) en su página oficial del gobierno de México, el 70% de los mexicanos padece sobrepeso y casi una tercera parte sufre de obesidad. Los hábitos alimenticios poco saludables y la falta de ejercicio ocasionan el 32% de las muertes de mujeres y el 20% de hombres en el país.

La obesidad no solo carga con los problemas físicos y sus consecuencias, sino con un estigma denominado Gordofobia, el cual se define como la discriminación que viven las personas gordas por el hecho de serlo. Este concepto tiene su origen en la expresión en inglés fatphobia. La gordofobia es un fenómeno sociocultural, económico y político, que está cargado de prejuicios valorativos, incitadores de odio contra los cuerpos que no entran dentro de los cánones corporales normativos.

De acuerdo a cifras y datos de la UNAM (Universidad Autónoma de México), a nivel nacional el 20.2% de la población de 18 años o más, declaró haber sido discriminada en el año 2017. Los motivos principales fueron por la forma de vestir o el arreglo personal, el peso o estatura, la edad y las creencias religiosas. Dato obtenido de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017.

En cuanto al cómo y el porqué de la discriminación se obtuvo por respuesta en primer lugar el sobrepeso (10.7%) y consecutivamente: la forma de vestir (9.7%), el color de piel (5.6%), la edad (5.2%) y por su imagen (5.2%).

CONSECUENCIAS DE LA GORDOFOBIA

La limitación en el acceso a derechos producto de la discriminación que viven las personas gordas, es una de las consecuencias más graves.  La gordofobia atenta contra la salud mental, pues las personas que no cumplen con el cuerpo perfecto marcado por la era de la delgadez y el fitness, sufren discriminación en todos los espacios. A su vez, la repulsión y el rechazo social genera en las personas gordas odio contra sí mismas y contra su cuerpo. Los desórdenes alimenticios como la anorexia, la bulimia y ‘’trastorno por atracón’’, son consecuencias alarmantes de la gordofobia. De cada 10 casos de personas con anorexia y bulimia, nueve fueron de mujeres, lo que deja expuesto que los alcances de la gordofobia no son los mismos para ambos géneros.

Si bien, se está actualmente tratando de cambiar los estándares de belleza femenina por medio de tallas de ropa, modelos, campañas visuales, desfiles incluyendo personas con un peso promedio y demás, no ha sido suficiente aún para encaminar de una forma más positiva lo que desde años se lleva consumiendo como un estereotipo de lo que la mujer debe ser o cómo debe verse para cumplir dichos estándares.

Por otro lado, es de tener en cuenta que una sociedad obsesionada con ser delgada es una sociedad obsesionada con no ser gorda, lo cual significa que la otra cara de la moneda de la delgadez normativa es la gordofobia, tanto externa (rechazo hacia la gente gorda) como interna (miedo a engordar). No es posible abordar una sin la otra.

Las prácticas gordófobas son mensajes de odio y rechazo que terminan calando en la persona discriminada, generando que esos sentimientos se alojen en ella y derrumben su autoestima. Y lo cierto es que, más allá del estado de salud de un cuerpo, de su forma, de su peso, de sus capacidades o de su apariencia, todas las personas merecen respeto y vivir una vida libre de discriminación y violencia. Por todo ello es necesario que hagamos un esfuerzo individual y colectivo para frenar la gordofobia y construir un mundo inclusivo con las personas gordas, aceptando la diversidad corporal, las distintas formas de cuidado, de amor y de salud posibles.

¿Qué podemos hacer ante la Gordofobia?

  • Dejar de fomentar la cultura de la dieta: Fomentar un vínculo sano con el cuerpo propio, el auto – cuidado desde el afecto y el amor, fortaleciendo la autoestima y una buena relación con la comida. Para esto es importante dejar de recomendar dietas.
  • Dejar de utilizar la palabra “gordo” o “gorda” como insulto: Las cualidades físicas no son insultos, y ninguna persona debería ser humillada por ser gorda o parecerlo.
  • Hablar de salud integral: La salud implica mucho más que el peso, también es integración social, autoestima, atención sanitaria de calidad, derecho al empleo y a una vida digna, medio ambiente libre de contaminación y un largo etcétera. Abordar la salud desde una perspectiva integral que incluya la salud mental y la salud social es primordial, así como dejar de depositar culpa sobre las personas gordas y asumir las responsabilidades sociales respecto al bienestar general de la población.
  • Hablar de alimentación en un sentido amplio: Es posible hablar de alimentación accesible y saludable para toda la población, sin hacer referencia a la gente gorda o a que el fin de una alimentación saludable sea no engordar (no lo es, o no debería serlo). Para ello es necesario, además, señalar los contextos que posibilitan el acceso a una alimentación de calidad.
  • Señalar burlas, bullying y bromas gordófobas: Es necesario comenzar a señalar y censurar las burlas y los chistes gordofóbos, así como lidiar contra el bullying escolar contra las infancias y adolescencias gordas. La gordofobia no es un juego, es discriminación y violencia.
  • Visibilizar la diversidad corporal: Las personas necesitamos sentirnos identificadas de forma positiva con las imágenes que vemos y con las historias que escuchamos. Incorporar referencias positivas de personas gordas en productos culturales y en medios de difusión y comunicación, supone un reconocimiento de su existencia. Invisibilizar al cuerpo gordo no implica que este deje de existir, sin embargo, visibilizarlo sí le ofrece una existencia menos dolorosa.
  • Dejar de comentar los cuerpos ajenos: Esforzarse por no comentar los cuerpos ajenos. No sabemos qué historia hay detrás de cada persona ni qué daño podamos ocasionar con nuestros comentarios. En este sentido, es recomendable aplicar “La regla de los 5 segundos” que se volvió viral en redes sociales: solo comenta algo sobre el cuerpo de alguien si se puede arreglar en 5 segundos, sino no lo hagas. Véase un moco en la nariz, un resto entre los dientes, una cremallera abierta, una lagaña.

El movimiento llamado positivismo corporal ha tomado auge desde hace algunos años para enseñarnos a aceptar y amar nuestro cuerpo como es y aunque va dirigido mas hacia las mujeres, los hombres se han incorporado en este movimiento ya que también pueden sentirse inseguros de su cuerpo.

Positivismo corporal es acción y no ocurre de la noche a la mañana, es un trabajo de hormiga que se construye cada día, sabiendo que unas mañanas serán más difíciles que otras. Se trata de mirarte en el espejo y decir que te amas tal y como eres, (no es una cuestión de vanidad, sino de aceptación), de no dejar que una persona te ataque a ti o a otros por el aspecto físico, de resaltar tus virtudes y no tus defectos, de dar cumplidos a una persona que sufre lo mismo que tú y dejarte inspirar por lo bueno y hermoso del mundo.

Bibliografía: