En 1861, Paul Pierre Broca, médico anatomista y antropólogo francés se destacó en la medicina y en la neurología donde descubrió el centro del habla, ahora conocido como el área de Broca, o tercera circunvolución del lóbulo frontal. Broca llegó a estos descubrimientos estudiando los cerebros post mortem de pacientes afásicos. Broca demostró que una pérdida grave del habla correspondía a una determinada lesión en la parte media del lóbulo frontal del hemisferio cerebral izquierdo, en la tercera circunvolución frontal.

Los pacientes con afasia de Broca, por lo general hablan con frases cortas, significativas que son producidas con gran esfuerzo. La afasia de Broca se caracteriza por lo tanto por un habla no fluida o tartamudeo; debido a esto, están concientes de sus dificultades y pueden frustrarse fácilmente por sus problemas de lenguaje, a menudo tienen debilidad del lado derecho del cuerpo o parálisis del brazo derecho y pierna por que el lóbulo frontal también es importante para la motricidad del cuerpo.

Ya con anterioridad se habían hecho intentos similares de localizar la función del habla en una parte especifica del cerebro, destacan entre ellos los de la escuela frenológica fundada por Gall en 1835. Broca así como los investigadores que lo siguieron eludieron la posición entre el biologisismo y el fisiologisismo o dicho de otra forma la teoría de la localización cerebral y la doctrina de la asociación de ideas. El método de Broca era un método anatómico y solo se reducía a explicar cualquier patología del habla en una lesión ubicada en la parte frontal inferior del cerebro.

Los estudios de Jackson mostraban el interés por detener la oscilación entre los términos psicológicos y fisiológicos que, a su modo de ver, intentaba dar un vuelco a la teoría de la afasia, en especial, y a la neurología en general.

Su intención de acompañar los procesos psíquicos y físicos como eventos paralelos (no solo favorecía a la neurología de un psicologismo progresivo, sino también le daba una perspectiva más amplia al estudio de la psicología de la afasia). El problema de la localización cerebral fue desplazándose a un estudio más complejo a partir de las observaciones de Jackson, pero la psicología de la afasia se desarrolló como tal en la atención detallada que ponía los enunciados individuales de los afásicos. ¿Por qué no considerar la afasia como una combinación de la psicología del sujeto con la fisiología del cuerpo?, Jackson sugería que los afásicos sufrían un ataque parecido a los epilépticos. “La disposiciones nerviosas” que estaban a punto de descargarse, conectando a la serie de nervios motores reteniendo una elevada carga energética creando un circuito deficiente en el orden fisiológico del afásico generando una dificultad en lo que se estaba a punto de decir. “Enunciados que no se están haciendo, si ni casi totalmente hechos” (Jackson, 1878-1880).

La lesión en el sujeto afásico, según Jackson da lugar a una disolución del sistema nervioso en un nivel funcional inferior, en un estado altamente organizado, es decir, los niveles superiores del sistema nervioso que corresponden a la conciencia proposicional, que se caracteriza por su naturaleza voluntaria, no automática. Lo que parece interesante en ésta teoría es la propuesta de una fractura del flujo de energía en el sistema nervioso y que trae como consecuencia una alteración; de manera que, cuando el sujeto estaba a punto de externar o decir un enunciado queda atrapado en la catástrofe de la disrupción enunciativa.

Al perder interés e identidad anatómica las investigaciones alrededor de la afasia, se marcó un punto de partida para estudiar las afasias desde la psicología, dando importancia a la conciencia de los problemas lingüísticos. Jackson argumentaba que los problemas eran las unidades del lenguaje, eran las preposiciones, y no las palabras, ya que el lenguaje necesita una estructura, una sintaxis.

El primer trabajo publicado por Freud, en 1891, con el título de Zur Auffasung der Aphasien, consistía en una monografía sobre las teorías de Jackson para comprender los trastornos del lenguaje desde un punto de vista que no fuera el anatómico y fisiológico neuronal, sino que incluyera el “asociacionismo”, que posteriormente abriría el camino a una posible definición de “aparato psíquico “.

Freud, utilizó el método de la asociación de ideas con el solo fin de desbancar el concepto de un centro correspondiente a entidades psicológicamente establecidas respecto a la conciencia. Después de enfatizar que en el habla participa la asociación de ideas en el sujeto, de ahí que mencione que todas las afasias son alteraciones de la asociación de ideas.

Freud introdujo la noción de Jackson de la regresión funcional para explicar la falta de función del habla en ciertas formas de afasias. Las diferentes formas de afasias representan diferentes etapas del proceso de aprender a hablar. Así, para Freud, las afasias reproducen un estado de restricción en la jerarquía de los centros que comenzaron a funcionar en diferentes momentos: Primero, el centro sensorial-auditivo, luego el motor, más tarde el visual y por último una combinación de todos ellos, el gráfico (Freud, 1891).

Cuando una de las funciones del proceso de aprender a hablar falla entra en juego una función anterior más encubierta, quizás atrapada en un lugar distante a la conciencia: el inconsciente.

Aprendemos a hablar asociando una palabra-sonido (fonética), con una imagen, es decir palabra-sonido-imagen (fonograma); cuando hemos hablado, estamos en posesión de una “imagen cinestética en palabras”.

Freud cambió el aspecto nosológico de las afasias, disoció la la identidad anatómica del estudio de las mismas y le dio una identidad psíquica, dejando a un lado las categorías de Wernicke y reconstruyó una identidad a partir de la psicología del lenguaje… “la palabra es la unidad funcional del habla, es una representación compleja constituida por elementos auditivos, visuales y cinestéticos.

La obra de Freud sobre la afasia publicasa en 1891 le proporcionó una serie de conocimientos para entender que hay una psicología de las representaciones independiente de la estructura del sistema nervioso, dando lugar a determinar que el sistema de representaciones se compone de: representaciones en palabras y asociaciones de objetos. Ambos sistemas tienen un orden, llamémosle un código de combinaciones independiente de un sistema de relaciones del “cuerpo” o del “mundo”. Freud sentó las bases para comprender que tanto las afasias como las histerias “sufren” de una lesión que no es anatómica, sino del aparato psíquico.