Esta semana tenemos una entrevista con un tema que es absolutamente inédito en nuestra revista: tercera edad y prejuicios vinculados al envejecimiento. Nuestra entrevistada para este tema es la psicóloga española Isabel María Fernández Pérez – psicóloga general sanitaria Col. MU03712 – quien es especialista Psicogerontología y en Psicoterapia Interpersonal por la Universidad de Murcia, además de especialista en Terapias Contextuales por la Universidad de Almería. Les dejamos con este interesante artículo.
1.- ¿Por qué debemos comenzar a hablar más sobre envejecimiento y sus estereotipos asociados?
Pues la preocupación por el envejecimiento de la población ya se encontraba presente a lo largo del pasado siglo XX. Debido a la mejora de los servicios de salud, la mejora en el control de la mortalidad, y el notable descenso de la natalidad, nos encontramos ante un fenómeno de aumento de la media de edad poblacional sin precedentes en nuestro país. El porcentaje de personas de edad pasó de situarse en un 8% en 1950, a un 11% en el año 2007, y los estudios prospectivos afirman que será de un 33% en el año 2050. Se estima que para el año 2050 vivirán en el mundo más de 350 millones de personas mayores de 65 años, en su gran mayoría en países desarrollados como España. Estos datos nos hacen pensar que el grupo de personas mayores o de edad no es un grupo poblacional minoritario, con lo que de la mano del crecimiento de la proporción de personas de edad, se nos presenta el reto de adaptar nuestro modo de vida a la nueva realidad social. Uno de los aspectos que tendremos que trabajarnos como sociedad, son las actitudes y los prejuicios hacia cumplir años o envejecer.
2.- ¿En qué ámbitos podemos observar este estigma hacia el envejecimiento o hacia las personas de edad?
Pues estos estereotipos se ven en todos los ámbitos de la persona. Vemos estereotipos en el ámbito de la salud física, en el ámbito de la salud mental, en el ámbito del ocio y tiempo libre, en el ámbito laboral o de la jubilación, en el ámbito de la familia, y en el ámbito de las relaciones sociales y de pareja. Podríamos decir que estos estigmas están presentes en todas las esferas de la vida del individuo.
3.- En el ámbito de la salud, ¿podrías mencionarnos algún estigma que se manifieste con frecuencia asociado al fenómeno del envejecimiento?
Pues ya tan solo escuchar el término “envejecimiento” se me ocurre uno: Parece que el envejecimiento es un fenómeno que comienza a partir de cierta edad, algunos han interiorizado la creencia de que comienza a los 35, otros a los 40 y otros entran en pánico a los 60. Pero en realidad, si nos atenemos a que nuestras células cambian todos los días y todos los días mueren, podemos decir que envejecemos desde el preciso instante en que nacemos. Pero claro, también hay que decir que esta forma de enfocar el envejecimiento está sesgada por el modelo biomédico imperante, ya que de este modo nos estamos reduciendo a la biología. Sin embargo, ya solo considerando este enfoque, encontramos un fuerte estigma, que es el de asociar tener más de 65 años al proceso de enfermar. Inconscientemente lo hemos interiorizado así, que el envejecimiento cursa muy probablemente con enfermedad, y que ésta es consecuencia de “hacerse viejo”, perdonadme la expresión social. Ya tan solo en el ámbito de las demencias, parece que se atribuye el diagnóstico de demencia, como el Alzheimer, a tener más de 65 años. Y no es así, debemos conceptualizar la demencia como lo que es, una alteración neurodegenerativa de nuestro sistema nervioso. Si fuera a consecuencia de la edad no habría casos en personas de 45 años, que los hay. Además, esta asociación persona de edad – enfermedad puede tener unas consecuencias devastadoras si se interioriza por ejemplo, entre los profesionales de la salud, ya que el hecho de considerar la enfermedad como consecuencia de ser un adulto mayor puede hacer que se prive a muchas personas de los tratamientos y la asistencia sanitaria adecuada y efectiva.
4.- En el ámbito más psicológico, ¿hay estigmas asociados al proceso de envejecer?
ISABEL. Sí, claro. Por ejemplo uno de ellos es el pensar que las personas de edad no pueden beneficiarse de los efectos terapéuticos de los tratamientos psicológicos, lo cual es falso. Por culpa de este estigma, muchas personas acaban sobremedicadas con psicofármacos que no resuelven el cuadro. Por contra, se ha demostrado que enfoques terapéuticos como la terapia cognitivo – conductual, la psicoterapia interpersonal, la terapia de revisión de vida o la terapia de validación, son efectivas para tratar problemas de salud mental como la depresión o la ansiedad en personas de edad. Lo que ocurre es que muchas veces debemos adaptar las técnicas y su modo de aplicación a la realidad de cada persona. Por ejemplo, si la persona es analfabeta, lo que es más probable en la generación del adulto mayor actual, debemos adaptar las sesiones de tratamiento.
Por mencionar otro segundo estigma, muy presente también, está la creencia socialmente interiorizada de que las personas de edad son más depresivas o más infelices, lo cual también es falso. Hay estudios que han demostrado que la satisfacción personal con la vida se mantiene más o menos constante a lo largo del ciclo vital del individuo, con lo que, una persona que se define a sí misma como satisfecha con su vida a los 20, probablemente repetirá esta respuesta a los 70. Una de las posibles causas de este pensamiento erróneo es ignorar el estilo de vida y las circunstancias sociales en las que viven algunas personas de edad, y que pueden ser causantes de la depresión y la tristeza. Estamos hablando de fenómenos como la soledad, los problemas económicos, etc. Además, otros estudios incluso mencionan que algunas personas se definen a sí mismas como más felices tras la jubilación, si se realiza correctamente la transición psicológica desde la vida activa laboral hasta la vida post jubilación. Es cuestión de recolocar nuestro tiempo y nuestros roles. De hecho, muchas personas te dicen que quizás tienen 75 años y que no se ven a sí mismos como una persona mayor, porque lo que quizás están viendo que su forma de vivir no se corresponde con la imagen que interiorizaron de persona mayor aislada, inactiva y triste, y en lugar de esto conservan la vitalidad e ilusión de toda la vida.
5.- Antes has mencionado que se asocia el proceso de envejecer con el desarrollo de una demencia, por lo que, ¿es cierto que conforme nos vamos haciendo mayores perdemos la capacidad de aprender?
No, no es cierto. Nuestro cerebro mantiene la capacidad de aprender durante toda la vida debido a un proceso que se conoce con el nombre de plasticidad neuronal, o capacidad de nuestro cerebro de establecer nuevas conexiones cerebrales, de tal forma que puede establecer nuevos caminos o vías para procesar la información. Además, recientemente se ha publicado un estudio que afirma que nuestro cerebro tiene la capacidad de crear nuevas neuronas hasta pasados los 90 años, lo cual también es un indicador de que nunca perdemos la capacidad de aprender y modificar nuestra conducta.
Para saber más el estudio, publicado en Nature Medicine, ha sido coordinado por María Llorens-Martín, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (Universidad Autónoma de Madrid/CSIC), y se ha hecho en colaboración con científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas, la Fundación CIEN y la Universidad Europea de Madrid.
6.- Desde el punto de vista más social, ¿cómo se considera a las personas de edad?
Pues se tiende a considerar a las personas mayores de 65 años como un grupo homogéneo, esto es, consideramos que todas las personas de edad son iguales y se nos olvida la individualidad de cada uno, con su propio temperamento, personalidad, gustos y preferencias. Cada persona es distinta y tiene una historia personal distinta. Esto es muy importante considerarlo sobre todo en el ámbito institucional, en el que debemos respetar al máximo la intimidad de cada persona, y fomentar que se sienta en un lugar lo más parecido al hogar que ha dejado.
7.- ¿A qué podrían deberse estos estereotipos asociados al envejecimiento?
Pues por un lado influye que el modelo biomédico de atención a la salud física sigue imperando, con lo que seguimos focalizándonos más en el tratamiento de las enfermedades desde el punto de vista médico que en la promoción de la salud y el bienestar. Por ello la enfermedad se hace saliente en el adulto mayor y olvidamos los numerosos ámbitos de la vida en los que podemos desarrollarnos independientemente de nuestra edad.
Luego por otra parte, vivimos en una sociedad en la que somos valorados en función de nuestra capacidad funcional, o por decirlo de un modo más directo, nuestra productividad económica y laboral, con lo que actividades propias de la jubilación como realizar un voluntariado, cuidar de los nietos, o realizar actividades de ocio, no están valoradas socialmente, manteniendo estigmas como el del “jubilado inútil”, que tanto sufrimiento causa.
8.- ¿Qué podemos hacer para comenzar a luchar contra estos prejuicios?
ISABEL. Pues la psicología social, -que es una rama de la psicología encargada fundamentalmente del estudio de los estigmas y prejuicios-, siempre ha mencionado la desinformación y el desconocimiento como factores causantes de los estigmas y los prejuicios. El ser humano necesita atajos cognitivos o mentales para dar explicación a todos los fenómenos de un modo sencillo, y por eso se crea estereotipos y prejuicios, aunque a costa de pagar el alto precio de equivocarse, en este caso con las personas. Es por esto que para comenzar a luchar contra los estereotipos debemos visibilizar la verdadera realidad de las personas de edad, para romper con la desinformación y crear actitudes menos prejuiciosas.
A la psicóloga Isabel María Fernández Pérez la pueden ubicar en el email: isabel.f@cop.es. También su perfil de Facebook y, finalmente, en su perfil de Linkedin.