Durante la primera mitad del siglo XX, al mismo tiempo que en EE.UU. se desarrollaba el conductismo, en Europa se estaba desarrollando la etología, el estudio del comportamiento de los animales en sus ambientes silvestres. Al revés que el conductismo, la etología se focalizaba en el estudio de las “conductas instintivas”, aquellas que ocurren en todos los animales de una misma especie, y cuyo origen se atribuía a factores genéticos y no al aprendizaje durante la experiencia vital. Algunos etólogos prominentes han sido el neerlandés Nikolaas Tinbergen y los austríacos Konrad Lorenz, Irenäus Eibl-Eibesfeldt y Karl von Frisch. El conductismo norteamericano y la etología europea de desarrollaron prácticamente sin contacto entre sí.

El biopsicólogo John Pinel (2021) considera que ambos enfoques estaban equivocados por su énfasis excluyente en solo uno de los polos (la naturaleza  o la crianza) y que esto surge de un tipo de pensamiento dicotómico que lleva al error. Pinel señala que la dicotomía naturaleza versus crianza es semejante a la dicotomía fisiológico versus psicológico (esta última heredada del dualismo de Descartes).

A mediados del siglo XX el debate entre innatismo y ambientalismo se reactualizó con la crítica de Noam Chomsky a la explicación que daba B. F. Skinner sobre el aprendizaje del lenguaje. En su libro Verbal Behavior, Skinner (1957) propuso una explicación del aprendizaje del lenguaje en los niños humanos basándose en conceptos (como estímulo, respuesta, reforzamiento) nacidos de la investigación experimental del aprendizaje de conductas no verbales en otros animales. En esta época gran parte del conductismo estaba comprometido con el “principio de equipotencialidad” que tenía dos ramas: la suposición de que todos los estímulos tienen el mismo potencial para formar asociaciones con cualquier otro (equipotencialidad entre estímulos), y la de que todas las especies animales aprenden con la misma facilidad asociaciones entre estímulos y respuestas con independencia de la naturaleza de los mismos/as (equipotencialidad entre especies).

En su “Review of ‘Verbal Behavior’ by B. F. Skinner”, Noam Chomsky (1959) se opone a la afirmación ambientalista de Skinner de que la contribución del agente hablante (niño) sea irrelevante o trivial al explicar el aprendizaje del lenguaje en humanos. Chomsky cita estudios de psicología animal que muestran que existen diferencias en el modo en que especies distintas aprenden incluso tareas aparentemente semejantes. Entre los estudios citados por Chomsky está el de Bitterman y colaboradores, “Some Comparative Psychology” (1958), en el que muestran que  “existen importantes diferencias cualitativas en la solución de problemas elementales comparables por parte de ratas y peces.” (Chomsky, 1959, p. 30)

De hecho, Chomsky cita adicionalmente a otros teóricos conductistas que a diferencia de Skinner se muestran escépticos sobre la posibilidad de generalizar desde procesos de aprendizaje sencillos a procesos más complejos. Finalmente, Chomsky cita los estudios de etólogos como Niko Tinbergen (1951) sobre comportamientos instintivos propios de especies zoológicas determinadas:

“La confianza de Skinner en los logros recientes en el estudio del comportamiento animal y su aplicabilidad al comportamiento humano complejo no parece ser ampliamente compartida. En muchas publicaciones recientes de conductistas empedernidos prevalece una nota de escepticismo con respecto al alcance de estos logros. Para comentarios representativos, véanse los artículos de Modern learning theory (por Estes et al.; Nueva York, 1954); Bugelski, Psychology of learning (Nueva York, 1956); Koch, en el Nebraska symposium on motivation 58 (Lincoln, 1956); Verplanck, Learned and innate behavior, Psic. Rvdo. 52.139 (1955). (…)

N. Tinbergen, un destacado representante de un enfoque diferente de los estudios del comportamiento animal (la etología comparada), concluye una discusión sobre el análisis funcional con el comentario de que “ahora podemos sacar la conclusión de que la causalidad del comportamiento es inmensamente más compleja de lo que se suponía en las generalizaciones del pasado. Una serie de factores internos y externos actúan sobre estructuras nerviosas centrales complejas.” — The Study of Instinct (Toronto: Oxford Univ. Press, 1951), p. 74” (Chomsky, 1959, pp. 26-27)

Lo que Chomsky critica no es la idea de que ciertos tipos de recompensas (reforzamientos) puedan desempeñar un papel en el aprendizaje del lenguaje. Más bien lo que desaconseja es la idea de tomar un conjunto de estudios efectuados dentro de un marco teórico estrecho y luego generalizarlos a otros fenómenos y especies.

“La tesis de Skinner es que los factores externos que consisten en la estimulación presente y la historia del reforzamiento (en particular, la frecuencia, la disposición y la retención de los estímulos reforzantes) tienen una importancia abrumadora, y que los principios generales revelados en los estudios de laboratorio de estos fenómenos proporcionan la base para comprender las complejidades del comportamiento verbal. Con confianza y repetidamente expresa su afirmación de haber demostrado que la contribución del hablante es bastante trivial y elemental, y que la predicción precisa del comportamiento verbal implica solo la especificación de los pocos factores externos que ha aislado experimentalmente con organismos inferiores.” (Chomsky, 1959, p. 27)

El autor agrega que:

“Si fuera cierto en un sentido profundo que los procesos básicos del lenguaje se entienden bien y están libres de restricciones de especie, sería extremadamente extraño que el lenguaje se limite al hombre” (Chomsky, 1959, p. 30)

Además, de acuerdo a Chomsky, Skinner sostenía que los niños solo pueden aprender el lenguaje mediante un meticuloso cuidado de los padres que moldean por reforzamiento diferencial sus conductas verbales. Sin embargo, aunque puede ser que tal reforzamiento sea la costumbre en familias de académicos, este no siempre está presente y de hecho los niños de familias inmigrantes, por ejemplo, aprenden con mucha facilidad una nueva lengua en la calle, de escuchar a otros niños, a adultos, a la televisión, etc. En esto la curiosidad del niño mismo desempeña sin duda un papel tan relevante como la estimulación externa.

Como ya fue mencionado, Chomsky critica también el hecho de que Skinner y sus seguidores no prestan ninguna atención a ciertos estudios efectuados dentro del paradigma conductista (pero no el skinneriano), aquellos estudios sobre aprendizaje latente que proporcionan apoyo experimental a la idea de que ciertas conductas animales no pueden explicarse por reforzamiento y que este no siempre es necesario para el aprendizaje…

“A primera vista parece extraño que Skinner preste tan poca atención a la literatura sobre aprendizaje latente y temas relacionados, comparado con la enorme confianza que deposita en la noción de reforzamiento; no he visto ninguna referencia a ella en sus escritos. De manera similar, Keller y Schoenfeld, en lo que parece ser el único texto escrito bajo una influencia predominantemente skinneriana, Principles of psychology (Nueva York, 1950), descartan la literatura del aprendizaje latente en una frase como “fuera de lugar”, sirviendo solo “para oscurecer, más que aclarar, un principio fundamental” (la ley del efecto). Sin embargo, este descuido es perfectamente apropiado en el caso de Skinner. Para el reduccionista del impulso, o para cualquier otra persona para quien la noción de “reforzamiento” tenga algún significado sustantivo, estos experimentos y observaciones son importantes (y a menudo vergonzosos). Pero en el sentido skinneriano de la palabra, ni estos resultados ni ningún otro concebible puede poner en duda la afirmación de que el reforzamiento es esencial para la adquisición y el mantenimiento de la conducta. El comportamiento ciertamente tiene algunas circunstancias concomitantes, y cualesquiera que sean, podemos llamarlas ‘reforzamiento’.” (Chomsky, 1959, p. 42)

Es decir que, al menos en este escrito de 1959, Chomsky no rechaza de plano al conductismo para ponerse plenamente del lado de la etología, sino que considera relevante tener en consideración ciertos hallazgos experimentales (aprendizaje latente) obtenidos incluso dentro de la tradición conductista pero no skinneriana. Para explicar un proceso complejo como la adquisición del lenguaje, hay que tener en consideración la posible contribución de distintos paradigmas experimentales y científicos.

Respecto de la afirmación citada por Chomsky del etólogo Niko Tinbergen, que comenta que lo que se sabe “ahora” (fines de los años 50) es que la determinación de la conducta es más compleja de lo que antes se pensaba, cabe mencionar que desde entonces los etólogos progresivamente han incorporado los factores del aprendizaje y la experiencia junto con la determinación innata e invariable del comportamiento, encontrando que incluso los comportamientos comunes a una especie varían parcialmente entre individuos, y parte de esa variación tiene un origen en la experiencia. Y los teóricos del aprendizaje en los años 60 descubrieron que existen ciertas predisposiciones a asociar más ciertos estímulos a ciertas respuestas. Por ejemplo, García y Koelling (1966) descubrieron que las ratas asocian más fácilmente el estímulo beber agua salada con dolor estomacal (y después evitan beber de nuevo) que el estímulo beber agua salada con una descarga eléctrica, incluso cuando el dolor estomacal viene horas después. En cambio, asocian más fácilmente un estímulo compuesto ruido-luz (estímulo exteroceptivo) con una descarga eléctrica y no el ruido-luz con el dolor estomacal. Este hallazgo y otros similares han llevado a los teóricos contemporáneos del aprendizaje a estudiar y tener en consideración progresivamente los determinantes genéticos y organísmicos, en conjunto con los ambientales, en el estudio del comportamiento animal (Pearce, 1998; Seitz et al., 2019; Seligman, 1970).

Chomsky argumenta que el hecho de que todos los niños normales adquieran gramáticas comparables y de gran complejidad con gran rapidez indica que los seres humanos estamos genéticamente cableados de alguna manera para hacer esto, que poseemos una capacidad para efectuar de manera inconsciente generalizaciones sobre patrones sintácticos y construcción de oraciones.

Es decir que, así como no es ningún misterio que distintas especies tienen repertorios comportamentales en parte determinados por sus genes, el hecho de que la capacidad sintáctica humana no se encuentre en otras especies sugiere que tenemos una predisposición particular de especie para este tipo de procesamiento. El modo en que Chomsky aborda este problema es desde una posición racionalista, estudiando la combinatoria del lenguaje de un modo lógico-formal.

Otros teóricos cognitivistas se oponen a la idea de que se pueda entender la cognición y el lenguaje humanos a partir de los estudios de animales no humanos pero también rechazan el innatismo de Chomsky. Aquí está el enfoque cultural de Michael Tomasello, que retoma la tradición del psicólogo ruso-soviético Lev Vygotsky. Esta posición enfatiza la importancia de la evolución histórico-cultural de las sociedades y la cultura humana, adquirida ontogenéticamente y cualitativamente distinta de cualquier comportamiento presente en otras especies. Así, en su introducción a la obra Mente en Sociedad de Vygotsky (1979), Michael Cole y Sylvia Scribner sostienen:

“Una de las principales razones de la relevancia continua del trabajo de Vygotsky es que en 1924 y la década siguiente elaboró una crítica penetrante de la noción de que se puede encontrar una comprensión de las funciones psicológicas superiores en los humanos mediante una multiplicación y complicación de principios derivados de la psicología animal, en particular aquellos principios que representan la combinación mecánica de leyes de estímulo-respuesta. Al mismo tiempo, brindó una crítica devastadora de las teorías que afirman que las propiedades de las funciones intelectuales adultas surgen solo de la maduración, o que están preformadas de alguna manera en el niño y simplemente esperan una oportunidad para manifestarse.

Al enfatizar los orígenes sociales del lenguaje y el pensamiento, Vygotsky estaba siguiendo el ejemplo de influyentes sociólogos franceses, pero hasta donde sabemos, fue el primer psicólogo moderno en sugerir los mecanismos por los cuales la cultura se convierte en parte de la naturaleza de cada persona.” (Cole y Scribner, 1979).

REFERENCIAS

  • Bitterman, M. E., Wodinsky, J. y Candland, D. K. (1958). Some comparative psychology. American Journal of Psychology, 71, 94–110.
  • Chomsky, N. (1959). Review of Skinner’s Verbal Behavior. Language, 35, 26-58.
  • Cole, M. y Scribner, S. (Eds.) (1979). Introduction. En: L. Vygotsky. Mind in Society (pp. 1-14). Harvard University Press.
  • García, J. y Koelling, R. A. (1966). Relation of cue to consequence in avoidance learning. Psychonomic Science, 4, 123-124.
  • Pearce, J. M. (1998). Aprendizaje y cognición. Ariel.
  • Pinel, J. (2021). Biopsychology. Pearson.
  • Seitz, B., Blaisdell, A., Polack, C. y Miller, R. (2019). The role of biological significance in human learning and memory. International Journal of Comparative Psychology, 32, Article 43931. https://doi.org/10.46867/ijcp.2019.32.03.02
  • Seligman, M. E. (1970). On the generality of the laws of learning. Psychological Review, 77, 406–418.
  • Skinner, B. F. (1957). Verbal behavior. Appleton-Century-Crofts.
  • Tinbergen, N. (1951). The study of instinct. Oxford University Press.
  • Vygotsky, L. (1979). Mind in Society (Eds. M. Cole, V. John-Steiner, S. Scribner & E. Souberman). Harvard University Press.