En múltiples ocasiones se ha estereotipado a las emociones, dividiéndolas en buenas y malas. Y que su centro es el corazón; sin embargo, es importante recalcar que las mismas formar parte de la vida diaria de todo ser humano, desde los más pequeños, para ello es importante resaltar que el cerebro y las emociones son dos semblantes fundamentales de la experiencia humana. 

Nuestro cerebro es el órgano encargado de procesar la información cognitiva, sensorial, y emocional, además responsable de regular el comportamiento, el aprendizaje y la memoria. 

Las emociones son estados afectivos que surgen como respuesta a diferentes estímulos, tanto internos como externos, los cuales influyen en nuestro pensamiento, acción y percepción.

El cerebro y las emociones están íntimamente correlacionados; puesto que el cerebro es el administrador de generar, modular y expresar las emociones. El cerebro cuenta con diversas estructuras y circuitos los cuales participan en el procesamiento emocional, estos son la amígdala, el hipocampo, el córtex prefrontal, el cíngulo anterior y la ínsula. Estas áreas cerebrales se activan ante situaciones emocionales, comunicándose entre sí mediante neurotransmisores como la dopamina, la serotonina, la noradrenalina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA).

Ambos, cerebro y emociones se confluyen mutuamente; ya que las emociones pueden modificar la actividad cerebral, a su vez la actividad cerebral puede modificar las emociones. Un ejemplo podría ser que las emociones como la alegría, la gratitud pueden aumentar la actividad del córtex prefrontal, favoreciendo la creatividad, la resolución de problemas, así como la toma de decisiones. Pero también otras emociones como el miedo, la ira o la tristeza pueden disminuir dicha actividad del córtex prefrontal, dificultando el razonamiento, la atención y el control de impulsos.

El cerebro y las emociones son dos dimensiones esenciales para comprender el funcionamiento humano. El estudio del cerebro y las emociones puede aportar beneficios tanto a nivel individual como social; ya que puede ayudar a mejorar el bienestar psicológico, la salud física, las relaciones interpersonales y el rendimiento académico o laboral. 

Asimismo, el conocimiento del cerebro y las emociones puede contribuir a prevenir o tratar diversos trastornos mentales o neurológicos que afectan a la regulación emocional, como la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático o el Alzheimer.

Las emociones repercuten en el bienestar psicológico y físico; porque influyen en la conducta, las decisiones, las relaciones y autoestima. Por eso, es importante aprender a gestionar nuestras emociones de forma adecuada, reconociendo lo que sentimos, expresándolo de forma asertiva, buscando apoyo social y practicando hábitos saludables. Así podremos aprovechar los beneficios de las emociones mejorando nuestra calidad de vida y nuestro rendimiento.