Por primera vez en los últimos 11 años, desde la Agencia Espacial Europea (ESA), se lleva a cabo una convocatoria para reclutar candidatos a formar parte de una nueva era de exploración espacial con el desafío de llegar más allá de lo que se ha logrado hasta ahora.

A lo largo de la historia, la humanidad manifiesta su deseo de exploración y conocimiento de rincones desconocidos del universo.  Pese a ello, las condiciones de vida en situaciones extremas son un verdadero desafío y que hoy se encuentra en estudio. No solo por cambios fisiológicos sino por la necesidad de adaptarse psicológicamente a estas nuevas realidades.  

Esta necesidad de adaptación psicológica, ante el aislamiento afectivo y el distanciamiento que afecta a los exploradores espaciales, se manifiesta también en aquellos que han permanecido desconectados de sus afectos, durante un tiempo prolongado, a causa del coronavirus.

El aislamiento afectivo es un modo de afrontamiento que realiza el individuo, ante la percepción de una amenaza interna o externa, manifestándose a través de una disociación entre las ideas y los sentimientos asociados.

Cambios psicológicos durante el confinamiento

La cuarentena globalizada, ilustra dos aspectos fundamentales: la separación o aislamiento físico de nuestros más cercanos y la restricción de la libertad personal. Este período de reclusión obligatoria es uno de los factores recurrentes y que establecen un paralelismo entre los astronautas y los ciudadanos terrestres.

La demencia espacial es uno de los grandes riesgos que corre un astronauta a lo largo de su experiencia.  El programa de investigación humana de la NASA (HRP- Human Research Program) estudia y analiza factores como la falta de luz natural y espacios estrechos ya que producen mayor estrés. Incluso disfunción cognitiva y deprivación del sueño; Conductas desadaptativas que se manifiestan a lo largo del planeta durante la pandemia.

La salud Psicosocial

Uno de los elementos mayormente significativos de los últimos años es asegurar las condiciones óptimas para que los astronautas puedan expresar sus emociones y necesidades psicológicas, sobre todo en misiones con períodos prolongados en órbita.

Tanto en la tierra como el espacio, el intercambio y la provisión de apoyo social favorecen a un grado de bienestar constructivo.  El dar y recibir apoyo, la realización de actividades que impliquen objetivos, responsabilidades y construcción colectiva son centrales para un comportamiento estable de cualquier ser humano.

La virtualidad representa un recurso esperanzador en la construcción de un medio, ya sea en el espacio o en la tierra.  El acompañamiento psicológico a través de la telepsicología y la transmisión de mensajes de personas significativas han demostrado ser un elemento necesario para hacer frente a la soledad.

De regreso a la Tierra

Según el reporte de la Nasa “Review of the NASA Astronaut, Johnson Space Center Astronaut and Flight Surgeon Survey Report”, una vez superados los factores de estrés experimentados, las alteraciones en el comportamiento son favorables. Observaciones demuestran que los astronautas desarrollan un mayor grado de resiliencia y profundizan su sensación de fraternidad como ciudadanos del planeta tierra.  

Según el psicólogo berlinés Werner Wolff, la Resiliencia es una historia de adaptaciones exitosas en el individuo que se ha visto expuesto a factores biológicos de riesgo; además, implica la expectativa de continuar con una baja susceptibilidad frente a futuros estresores.

Los cosmonautas aconsejan a los encuarentenados que frente a un entorno extremadamente peligroso, busquen alternativas productivas. Es ideal establecer una meta y objetivos claros, conociendo nuestras limitaciones.

La sensación de agobio de estar frente a un desafío extremo modifica nuestra existencia. Tanto el COVID como una misión interplanetaria generan cambios en la vida de aquellos que viven la experiencia.  Seguramente podemos aprender de ambas experiencias.