El termino Holofrase en la enseñanza de Jacques Lacan, aparece en los seminarios I, VI Y XI desde diferentes ángulos, como acto de lenguaje, donde el sujeto está suspendido en una relación especular con el otro, como una expresión monolítica sin articulación gramatical entre el enunciado y la enunciación y como una solidificación de S1, S2, respectivamente. Estas concepciones del término Holofrase tienen sus consecuencias clínicas donde la cuestión radica no tanto en saber lo circunstancial, la sociología de la clínica de los sujetos sino remarcar que hay sujetos con un solo significante.

El término Holofrase, es una palabra que Lacan toma prestada de la lingüística. Se trata de una contracción de la lengua reducida algunas veces a una palabra, a un grupo de palabras que en las lenguas holofrásticas. Ese término holofrástico, aparece a partir de 1886 para designar una lengua en la que una frase entera, a veces en conjunto de una situación, se expresan por una sola palabra, la palabra-frase.

En el Seminario I, lección del 9 de junio de 1954, Lacan considera la holofrase en su sentido lingüístico refiriéndose al uso que hacen ciertos pueblos de una palabra de expresión aislada y que les describe solo a ellos una situación en su conjunto. “Se aplica a situaciones límite, en las que el sujeto está suspendido en una relación especular con el otro”. En el Seminario VI, lección del 3 de diciembre de 1958, Lacan pone a la holofraseen relación con la demanda. La expresión que mejor lo ejemplifica es: acabar con la corrupción!, expresión monolítica que se reduce al enunciado. En el monolito, el sujeto se iguala al mensaje, no se cuenta en el sentido que todo sujeto que opera con el lenguaje se cuenta. Lacan toma el ejemplo del “no contarse” que comenta Piaget en el caso del niño que enuncia: “tengo tres hermanos, Paul, Ernest y yo”. En la no articulación gramatical del enunciado y de la enunciación se sitúa ese punto de Verwefung en el que el sujeto de la demanda no aparece en tanto agente de la enunciación. En ese sentido encontramos, con el monolito, las premisas de lo que Lacan retomará más adelante para la psicosis.

En el Seminario XI, lección del 10 de junio de 1964, marca un giro en el uso que hace Lacan del término Holofrase, se trata de la solidificación de dos significantes S1, S2 entre los cuales no volvemos a encontrar la discontinuidad entre S1-S2, esto implica que el significante no puede significarse a él mismo, representa un sujeto para otro significante. La solidificación significante se opone al efecto metáfora y el sujeto no aparece como falta, como discontinuidad, sino como monolito petrificado.

Nos preguntamos, si en la repetición constante del discurso de un político, aparece la demanda de “acabar con la corrupción”, ¿hay una solidificación de significantes y aparece el monolito petrificado?, si es así, entonces podemos afirmar que en la psicosis, acontece algo similar, la holofrase, posee una estructura de delirio y alucinación incluso persecutoria, como Lacan lo expresa: “…el sentido de una alucinación verbal”, tiene la estructura de ‘holo’, significa “todo”, es la frase que significa ‘todo’, ¿la corrupción, puede significar todo para un político, que dirige una nación, sin bordear en la psicosis?. Sí afirmamos este cuestionamiento, entonces estamos aportando elementos para pensar que ese político construye su discurso a través de la alucinación que es una holofrase y da lugar a su delirio paranoico. Puede ser un grito, un clamor, una queja, un lamento, un quejido.

Construir todo un discurso impregnado de alucinaciones verbales, que instrumenta el delirio paranoide del perseguido y el persecutor, engendra de una u otra manera identificaciones, ¿por qué es ese el significante?, ¿que opera en el sujeto que lo elige?, la holofrase, como lo mencionamos es una palabra-todo, es aquello que se desvincula, queda soldado en lo más íntimo del sujeto y que su inconsciente identifica, que no hace metáfora y forcluye, el sujeto no reconoce como está inmerso en la alucinación verbal de su discurso y en su delirio de ser perseguido y de perseguir a supuestos adversarios inexistentes, se identifica con unos y otros, es víctima pero a la vez victimario, su desorganización gira en no saber cuál es su función,  su discurso es su propio engaño, se miente y se desmiente a través de la holofrase; entonces uno se pregunta en el análisis discursivo de un político, ¿cómo puede combatir lo que le dio origen a él como político?, es como imaginar la existencia de los médicos en un mundo sin enfermedades, una utopía de magnitudes delirantes. Cuidemos lo que escuchamos, pero sobre todo de quién lo escuchamos, es la holofrase, un ejemplo de cómo muchos políticos bordean ineluctablemente el registro de las psicosis.